EVANGELIO DEL DÍA

sábado, 27 de noviembre de 2010

«Estad en vela y orad...: así seréis dignos... de presentaros ante el Hijo del hombre»

EVANGELIO DEL DÍA: 28/11/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


I Domingo de Adviento


Libro de Isaías 2,1-5.
Palabra que Isaías, hijo de Amós, recibió en una visión, acerca de Judá y de Jerusalén:
Sucederá al fin de los tiempos, que la montaña de la Casa del Señor será afianzada sobre la cumbre de las montañas y se elevará por encima de las colinas. Todas las naciones afluirán hacia ella
y acudirán pueblos numerosos, que dirán; ¡Vengan, subamos a la montaña del Señor, a la Casa del Dios de Jacob! El nos instruirá en sus caminos y caminaremos por sus sendas". Porque de Sión saldrá la Ley y de Jerusalén, la palabra del Señor.
El será juez entre las naciones y árbitro de pueblos numerosos. Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra.
¡Ven, casa de Jacob, y caminemos a la luz del Señor!

Salmo 122(121),1-2.3-4.5.6-7.8-9.
Canto de peregrinación. De David. ¡Qué alegría cuando me dijeron: "Vamos a la Casa del Señor"!
Nuestros pies ya están pisando tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén, que fuiste construida como ciudad bien compacta y armoniosa.
Allí suben las tribus, las tribus del Señor -según es norma en Israel- para celebrar el nombre del Señor.
Porque allí está el trono de la justicia, el trono de la casa de David.
Auguren la paz a Jerusalén: "¡Vivan seguros los que te aman!
¡Haya paz en tus muros y seguridad en tus palacios!".
Por amor a mis hermanos y amigos, diré: "La paz esté contigo".
Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios, buscaré tu felicidad.

Carta de San Pablo a los Romanos 13,11-14.
Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de despertarse, porque la salvación está ahora más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe.
La noche está muy avanzada y se acerca el día. Abandonemos las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la luz.
Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la bebida, basta de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias.
Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la carne.

Evangelio según San Mateo 24,37-44.
Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé.
En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca;
y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre.
De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado.
De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada.
Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor.
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. 
 Mt 24,37-44
Leer el comentario del Evangelio por 
Elredo de Rielvaux (1110-1167), monje cisterciense
Sermón para el Adviento del Señor; PL 195, 363; PL 184, 818
«Estad en vela y orad...: así seréis dignos... de presentaros ante el Hijo del hombre»
     Este tiempo de Adviento representa las dos venidas de nuestro Señor: primeramente la dulcísima venida del «más bello de los hijos de los hombres» (Sl 44,3), del «Deseado de todas las naciones» (Ag 2,8 Vulg), que manifestó visiblemente a este mundo su presencia en la carne largo tiempo esperada y ardientemente deseada por todos los santos padres: la venida en la cual vino al mundo para salvar a los pecadores. Este tiempo nos recuerda también la venida que esperamos con firme esperanza y que debemos a menudo traer con lágrimas a la memoria, la que tendrá lugar cuando el mismo Señor vendrá visiblemente en la gloria...: es decir, el día del juicio cuando vendrá visiblemente para juzgar. La primera venida la conocieron muy pocos hombres; en la segunda se manifestará a los justos y a los pecadores tal como lo anuncia el Profeta: «Y toda carne verá la salvación de Dios» (Is 40,5; Lc 3,6)...

     Sigamos pues, hermanos muy amados, los ejemplos de los santos padres, vivamos de nuevo su deseo y abrasemos nuestros espíritus del amor y el deseo de Cristo. Sabéis bien que la celebración de este tiempo fue instituida para renovar en nosotros ese deseo que los antiguos Padres tenían de la primera venida del Señor y, con su ejemplo, aprendamos a desear también su retorno. Pensemos en todo el bien que, para nosotros, el Señor llevó a cabo en su primera venida; ¡cuánto mayor aún será lo que llevará a cabo cuando vuelva! Este pensamiento nos ayudará a amar todavía más su venida pasada y desear todavía más su retorno...

     Si queremos estar en paz cuando venga, esforcémonos por acoger con fe y amor su primera venida. Mantengámonos fieles en el cumplimiento de las obras que entonces nos manifestó y enseñó. Abriguemos en nuestros corazones el amor del Señor, y a través del amor, el deseo para que, cuando venga el Deseado de las naciones, podamos, con toda confianza, tener los ojos fijos en él.


domingo 28 Noviembre 2010

Benedicto XVI: San Esteban el jóven



BENEDICTO XVI
Viernes 26 de diciembre de 2008


Queridos hermanos y hermanas: 

La fiesta de san Esteban, el primer mártir de la Iglesia, nos sitúa en la luz espiritual del Nacimiento de Cristo. San Esteban, un joven "lleno de fe y de Espíritu Santo", como nos lo presentan los Hechos de los Apóstoles (Hch 6, 5), juntamente con otros seis fue ordenado diácono en la primera comunidad de Jerusalén y, a causa de su predicación ardiente y valiente, fue arrestado y lapidado. En el relato de su martirio hay un detalle que merece destacarse durante este Año paulino y es la anotación de que "los testigos pusieron sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo" (Hch 7, 58). Aquí aparece por primera vez san Pablo, con su nombre judío, Saulo, en calidad de celoso perseguidor de la Iglesia (cf. Flp 3, 6), pues entonces lo consideraba un deber y un motivo de orgullo. A posteriori, se podrá decir que precisamente el testimonio de san Esteban fue decisivo para su conversión. Veamos de qué manera.

Poco tiempo después del martirio de san Esteban, Saulo, impulsado por el celo contra los cristianos, se dirigió a Damasco para arrestar a los que pudiera encontrar allí. Y mientras se acercaba a la ciudad aconteció su deslumbramiento, la singular experiencia en la que Jesús resucitado se le apareció, le habló y le cambió la vida (cf. Hch 9, 1-9). Cuando Saulo, caído en tierra, escuchó una voz misteriosa que lo llamaba por su nombre y preguntó: "¿Quién eres, Señor?", escuchó como respuesta: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues" (Hch 9, 5).

Saulo perseguía a la Iglesia y había colaborado también en la lapidación de san Esteban; lo había visto morir a causa de los golpes de las piedras y sobre todo había visto el modo como san Esteban había muerto: en todo como Cristo, es decir, orando y perdonando a los que lo mataban (cf. Hch 7, 59-60). En el camino de Damasco Saulo comprendió que al perseguir a la Iglesia estaba persiguiendo a Jesús, muerto y verdaderamente resucitado; a Jesús que vivía en su Iglesia, que vivía también en san Esteban, a quien él había visto morir, pero que ciertamente ahora vivía juntamente con su Señor resucitado.

Podríamos decir que en la voz de Cristo percibió la de san Esteban y, también por su intercesión, la gracia divina le tocó el corazón. Así sucedió que la existencia de san Pablo cambió radicalmente. Desde ese momento Jesús fue su justicia, su santidad, su salvación (cf. 1 Co 1, 30), su todo. Y un día también él seguirá a Jesús por las mismas huellas de san Esteban, derramando su sangre para testimoniar el Evangelio, aquí, en Roma.

Queridos hermanos y hermanas, en san Esteban vemos realizarse los primeros frutos de la salvación que el Nacimiento de Cristo ha traído a la humanidad: la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, de la luz de la verdad sobre las tinieblas de la mentira. Alabemos a Dios porque esta victoria permite también hoy a muchos cristianos no responder al mal con el mal, sino con la fuerza de la verdad y del amor. Que la Virgen María, Reina de los mártires, obtenga a todos los creyentes la gracia de seguir con valentía este mismo camino.

"Be vigilant and pray that you have the strength... to stand before the Son of Man" (Lk 21,36)

DAILY GOSPEL: 28/11/2010
«Lord, to whom shall we go? You have the words of eternal life.» John 6,68


First Sunday of Advent


Book of Isaiah 2:1-5.
This is what Isaiah, son of Amoz, saw concerning Judah and Jerusalem.
In days to come, The mountain of the LORD'S house shall be established as the highest mountain and raised above the hills. All nations shall stream toward it;
many peoples shall come and say: "Come, let us climb the LORD'S mountain, to the house of the God of Jacob, That he may instruct us in his ways, and we may walk in his paths." For from Zion shall go forth instruction, and the word of the LORD from Jerusalem.
He shall judge between the nations, and impose terms on many peoples. They shall beat their swords into plowshares and their spears into pruning hooks; One nation shall not raise the sword against another, nor shall they train for war again.
O house of Jacob, come, let us walk in the light of the LORD!

Psalms 122(121):1-2.3-4.5.6-7.8-9.
A song of ascents. Of David. I rejoiced when they said to me, "Let us go to the house of the LORD."
And now our feet are standing within your gates, Jerusalem.
Jerusalem, built as a city, walled round about.
Here the tribes have come, the tribes of the LORD, As it was decreed for Israel, to give thanks to the name of the LORD.
Here are the thrones of justice, the thrones of the house of David.
For the peace of Jerusalem pray: "May those who love you prosper!
May peace be within your ramparts, prosperity within your towers."
For family and friends I say, "May peace be yours."
For the house of the LORD, our God, I pray, "May blessings be yours."

Letter to the Romans 13:11-14.
And do this because you know the time; it is the hour now for you to awake from sleep. For our salvation is nearer now than when we first believed;
the night is advanced, the day is at hand. Let us then throw off the works of darkness (and) put on the armor of light;
let us conduct ourselves properly as in the day, not in orgies and drunkenness, not in promiscuity and licentiousness, not in rivalry and jealousy.
But put on the Lord Jesus Christ, and make no provision for the desires of the flesh.

Holy Gospel of Jesus Christ according to Saint Matthew 24:37-44.
For as it was in the days of Noah, so it will be at the coming of the Son of Man.
In (those) days before the flood, they were eating and drinking, marrying and giving in marriage, up to the day that Noah entered the ark.
They did not know until the flood came and carried them all away. So will it be (also) at the coming of the Son of Man.
Two men will be out in the field; one will be taken, and one will be left.
Two women will be grinding at the mill; one will be taken, and one will be left.
Therefore, stay awake! For you do not know on which day your Lord will come.
Be sure of this: if the master of the house had known the hour of night when the thief was coming, he would have stayed awake and not let his house be broken into.
So too, you also must be prepared, for at an hour you do not expect, the Son of Man will come. 
 Mt 24,37-44
Commentary of the day 
Saint Aelred of Rielvaux (1110-1167), Cistercian monk
Sermon for the Advent of the Lord; PL 195, 363 ; PL 184, 818
"Be vigilant and pray that you have the strength... to stand before the Son of Man" (Lk 21,36)
This season of Advent represents the two comings of the Lord: in the first place, the sweetest coming of «the fairest of the children of men» (Ps 45[44],3) of the «Desired of all nations» (Hg 2,8 Vg), of that Son of God who has visibly manifested his long-awaited presence in the flesh to the world, so ardently desired by all our holy forefathers. This is the coming whereby he came into the world to save sinners. But this season also calls to mind the coming we are waiting for with certain hope and should often remember with tears: that which will take place when the same Lord appears manifestly in his glory...: that is to say, on the day of judgement when he will come openly to judge. The first coming was known only to few, but in the second he will manifest himself to the just and to sinners, as the prophet declares: «And all flesh shall see the salvation of God» (Is 40,5; Lk 3,6)...

So let us follow the example of those holy forefathers, dearest brethren; let us relive their desire and kindle our minds with love and desire for Christ. As you know well, the celebration of this season was instituted to renew that desire within us that the fathers of old had for the first coming of the Lord and so that, through their example, we might also learn to long for his return. Think of all the good our Lord accomplished for our sakes at his first coming. How much more will he not accomplish when he comes again! This thought will make us love all the more his former coming and all the more desire his return...

If we would experience peace at his future coming, let us strive to welcome his former coming with faith and love. Let us remain faithfully in those works he made known to us and taught us then. Let us nurture love for our Lord in our hearts and, through love, desire, so that when the Desired of the nations comes we may look on him in all confidence.


Sunday, 28 November 2010

St. James of the Marches, Franciscan Priest (1394-1476)



SAINT JAMES OF THE MARCHES OF ANCONA
Franciscan 
Priest
(1394-1476)
        The small town of Montbrandon, in the Marches of Ancona, gave birth to this Saint. When young he was sent to the University of Perugia, where his progress in learning soon qualified him to be chosen preceptor to a young gentleman of Florence. Fearing that he might be ingulfed in the whirlpool of world excesses, St. James applied himself to prayer and recollection.
        When travelling near Assisium he went into the great Church of the Portiuncula to pray, and being animated by the fervor of the holy men who there served God, and by the example of their blessed founder St. Francis, he determined to petition in that very place for the habit of the Order. He began his spiritual war against the devil, the world, and the flesh, with assiduous prayer and extraordinary fasts and watchings. For forty years he never passed a day without taking the discipline.
        Being chosen Archbishop of Milan, he fled, and could not be prevailed on to accept the office. He wrought several miracles at Venice and at other places, and raised from dangerous sicknesses the Duke of Calabria and the King of Naples.
        The Saint died in the convent of the Holy Trinity of his Order, near Naples, on the 28th of November, in the year 1476, being ninety years old, seventy of which he had spent in a religious state.

«Estad siempre despiertos»

EVANGELIO DEL DÍA: 27/11/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


Sábado de la XXXIV Semana del Tiempo Ordinario


Apocalipsis 22,1-7.
Después el Angel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero,
en medio de la plaza de la Ciudad. A ambos lados del río, había arboles de vida que fructificaban doce veces al año, una vez por mes, y sus hojas servían para curar a los pueblos.
Ya no habrá allí ninguna maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la Ciudad, y sus servidores lo adorarán.
Ellos contemplarán su rostro y llevarán su Nombre en la frente.
Tampoco existirá la noche, ni les hará falta la luz de las lámparas ni la luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y ellos reinarán por los siglos de los siglos.
Después me dijo: "Estas palabras son verdaderas y dignas de crédito. El Señor Dios que inspira a los profetas envió a su mensajero para mostrar a sus servidores lo que tiene que suceder pronto.
¡Volveré pronto! Feliz el que cumple las palabras proféticas de este Libro".

Salmo 95(94),1-2.3-5.6-7.
¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva!
¡Lleguemos hasta él dándole gracias, aclamemos con música al Señor!
Porque el Señor es un Dios grande, el soberano de todos los dioses:
en su mano están los abismos de la tierra, y son suyas las cumbres de las montañas;
suyo es el mar, porque él lo hizo, y la tierra firme, que formaron sus manos.
¡Entren, inclinémonos para adorarlo! ¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó!
Porque él es nuestro Dios, y nosotros, el pueblo que él apacienta, las ovejas conducidas por su mano. Ojalá hoy escuchen la voz del Señor:

Evangelio según San Lucas 21,34-36.
Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes
como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.
Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre". 
 Lc 21,34-36
Leer el comentario del Evangelio por 
Catecismo de la Iglesia católica
§672 – 677
«Estad siempre despiertos»
     El tiempo presente, según el Señor, es el tiempo del Espíritu y del testimonio, pero es un tiempo marcado todavía por la «tristeza» (1C 7,26) y la prueba del mal  que afecta también a la Iglesia e inaugura los combates de los últimos días. Es un tiempo de espera y de vigilancia. Desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en la gloria es inminente, aun cuando a nosotros no nos «toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad» (Hch 2,7). Este advenimiento escatológico se puede cumplir en cualquier momento...

     Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el «misterio de iniquidad» bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (2Tes 2,3ss; 2Jn 7)...

     La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección. El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal que hará descender desde el cielo a su Esposa (Ap 21,25). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa.


sábado 27 Noviembre 2010

Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa



Expresión simbólica del modo de ser de la Virgen, que ya en el siglo IV resaltaba San Jerónimo: «Durante su vida mortal fue María, de corazón tan piadoso y sensible para con los hombres, que nadie se ha afligido tanto por las penas propias, como María por las ajenas».
En 1828, Catalina Labouré, joven de 22 años en Borgoña, quiere ser Hija de la Caridad. Su padre la traslada a París, para que se distraiga. Por fin, en París mismo, dos años más tarde, consigue entrar en el seminario-noviciado de la calle du Bac, 140
El 27 de noviembre de 1830 está orando fervientemente con toda la comunidad en la capilla. Ese día comienza la devoción a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, presentada por Santa Catalina Labouré como un diálogo de amor, de la Virgen con la humanidad.
A esta esfera que tú ves, representa al mundo entero y a cada persona en particular; estos rayos son el símbolo de las gracias que Yo derramo sobre los que me las piden. Haz acuñar una medalla, según este modelo. Recibirán abundantes gracias y gozarán de mi especial protección, todas las personas que la lleven bendecida y pendiente del cuello, y recen con confianza esta plegaria: Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
Santa Catalina Labouré vivirá oculta, en humildad y obediencia, sus 46 años de vida religiosa, al servicio de los necesitados. Pero la devoción a Nuestra Señora se difunde por el mundo.
Un judío de Estrasburgo, Alfonso Ratisbona, al despedirse en 1842, para un viaje al Oriente, acepta por compromiso de un compañero católico, antiguamente protestante, una medalla de la Virgen Milagrosa, con la recomendación del rezo diario del «Acordaos» de San Bernardo.
El 30 de enero visita turísticamente en Roma la iglesia de San Andrés delle Fratte; de pronto se pone de rodillas inesperadamente; y, al levantarse, repite que la Virgen Milagrosa le ha transformado con su visita y sus palabras. Como sacerdote católico, dedicará la vida a sus hermanos judíos, atrayendo hasta Cristo a veintiocho de sus parientes y a trescientos ochenta más.
Su fundación de Sacerdotes y Hermanas de Sión surge con este ideal y con idéntica devoción a Nuestra Señora de la Medalla milagrosa.




Oremos 




Que venga en nuestra ayuda, Señor, la poderosa intercesión de la Virgen María; así nos veremos libres de todo peligro y gozaremos de tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

"Be vigilant at all times"

DAILY GOSPEL: 27/11/2010
«Lord, to whom shall we go? You have the words of eternal life.» John 6,68


Saturday of the Thirty-fourth week in Ordinary Time


Book of Revelation 22:1-7.
Then the angel showed me the river of life-giving water, sparkling like crystal, flowing from the throne of God and of the Lamb
down the middle of its street. On either side of the river grew the tree of life that produces fruit twelve times a year, once each month; the leaves of the trees serve as medicine for the nations.
Nothing accursed will be found there anymore. The throne of God and of the Lamb will be in it, and his servants will worship him.
They will look upon his face, and his name will be on their foreheads.
Night will be no more, nor will they need light from lamp or sun, for the Lord God shall give them light, and they shall reign forever and ever.
And he said to me, "These words are trustworthy and true, and the Lord, the God of prophetic spirits, sent his angel to show his servants what must happen soon."
"Behold, I am coming soon." Blessed is the one who keeps the prophetic message of this book.

Psalms 95(94):1-2.3-5.6-7.
Come, let us sing joyfully to the LORD; cry out to the rock of our salvation.
Let us greet him with a song of praise, joyfully sing out our psalms.
For the LORD is the great God, the great king over all gods,
Whose hand holds the depths of the earth; who owns the tops of the mountains.
The sea and dry land belong to God, who made them, formed them by hand.
Enter, let us bow down in worship; let us kneel before the LORD who made us.
For this is our God, whose people we are, God's well-tended flock. Oh, that today you would hear his voice:

Holy Gospel of Jesus Christ according to Saint Luke 21:34-36.
Beware that your hearts do not become drowsy from carousing and drunkenness and the anxieties of daily life, and that day catch you by surprise
like a trap. For that day will assault everyone who lives on the face of the earth.
Be vigilant at all times and pray that you have the strength to escape the tribulations that are imminent and to stand before the Son of Man." 
Lc 21,34-36
Commentary of the day 
Catechism of the Catholic Church
§672 – 677
"Be vigilant at all times"
According to the Lord, the present time is the time of the Spirit and of witness, but also a time still marked by "distress" and the trial of evil which does not spare the Church (1Cor 7,26) and ushers in the struggles of the last days. It is a time of waiting and watching. Since the Ascension Christ's coming in glory has been imminent, even though "it is not for you to know times or seasons which the Father has fixed by his own authority" (Acts 2,7). This eschatological coming could be accomplished at any moment...

Before Christ's second coming the Church must pass through a final trial that will shake the faith of many believers. The persecution that accompanies her pilgrimage on earth will unveil the "mystery of iniquity" in the form of a religious deception offering men an apparent solution to their problems at the price of apostasy from the truth. The supreme religious deception is that of the Antichrist, a pseudo-messianism by which man glorifies himself in place of God and of his Messiah come in the flesh (2Thes 2,3f.; 2Jn v.7)...

The Church will enter the glory of the kingdom only through this final Passover, when she will follow her Lord in his death and Resurrection. The kingdom will be fulfilled, then, not by a historic triumph of the Church through a progressive ascendancy, but only by God's victory over the final unleashing of evil, which will cause his Bride to come down from heaven (Rv 21,25). God's triumph over the revolt of evil will take the form of the Last Judgement after the final cosmic upheaval of this passing world


Saturday, 27 November 2010

St. Maximus, Bishop († 460)



SAINT MAXIMUS
Bishop
(† 460)
        St. Maximus, abbot of Lerins, in succession to St. Honoratus, was remarkable not only for the spirit of recollection, fervor, and piety familiar to him from very childhood, but still more for the gentleness and kindliness with which he governed the monastery which at that time contained many religious, and was famous for the learning and piety of its brethren.
        Exhibiting in his own person an example of the most sterling virtues, his exhortations could not fail to prove all-persuasive: loving all his religious, whom it was his delight to consider as one family, he established amongst them that sweet concord, union, and holy emulation for well-doing which render the exercise of authority needless, and makes submission a pleasure.
        The clergy and people of Frejus, moved by such a shining example, elected Maximus for their bishop, but he took to flight; subsequently be was compelled, however, to accept the see of Riez, where he practised virtue in all gentleness, and died in 460, regretted as the best of fathers.


Lives of the Saints, by Alban Butler, Benziger Bros. ed. [1894]