EVANGELIO DEL DÍA

lunes, 29 de noviembre de 2010

Primer llamado; primero en dar testimonio

EVANGELIO DEL DÍA: 30/11/2010
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68


San Andrés, apóstol - Fiesta


Carta de San Pablo a los Romanos 10,9-18.
Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado.
Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación.
Así lo afirma la Escritura: El que cree en él, no quedará confundido.
Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan.
Ya que todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.
Pero, ¿cómo invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo oír hablar de él, si nadie lo predica?
¿Y quiénes predicarán, si no se los envía? Como dice la Escritura: ¡Qué hermosos son los pasos de los que anuncian buenas noticias!
Pero no todos aceptan la Buena Noticia. Así lo dice Isaías: Señor, ¿quién creyó en nuestra predicación?
La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo.
Yo me pregunto: ¿Acaso no la han oído? Sí, por supuesto: Por toda la tierra se extiende su voz y sus palabras llegan hasta los confines del mundo.

Salmo 19(18),2-3.4-5.
El cielo proclama la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
un día transmite al otro este mensaje y las noches se van dando la noticia.
Sin hablar, sin pronunciar palabras, sin que se escuche su voz,
resuena su eco por toda la tierra y su lenguaje, hasta los confines del mundo. Allí puso una carpa para el sol,

Evangelio según San Mateo 4,18-22.
Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores.
Entonces les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres".
Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron.
Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó.
Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron. 
 Mt 4,18-22
Leer el comentario del Evangelio por 
San Juan Crisóstomo (hacia 345-407), presbítero en Antioquia, después obispo de Constantinopla
Homilías sobre el evangelio de Juan, nº 19,1
Primer llamado; primero en dar testimonio
     «Ved qué dulzura, qué delicia convivir los hermano unidos» (Sl 32,1)... Andrés, después de haber permanecido junto a Jesús (Jn 1,39) y haber aprendido muchas cosas, no se guardó este tesoro sólo para él: se apresuró a ir junto a su hermano Simón-Pedro para compartir con él los bienes que había recibido... Considera lo que dice a su hermano: «Hemos encontrado al Mesías, es decir, a Cristo» (Jn 1,41). ¿Te das cuenta del fruto de lo que, en tan poco tiempo, acababa de aprender? Eso demuestra la autoridad del Maestro que enseñó a sus discípulos y, al mismo tiempo, el celo de conocerle ya desde los inicios. 

     La prisa de Andrés, su celo en difundir inmediatamente una tan buena noticia, supone un alma que ardía en deseos de ver cumplido ya lo que tantos profetas habían anunciado referente a Cristo. El hecho de compartir así las riquezas espirituales demuestra una amistad verdaderamente fraterna, un profundo afecto y un natural lleno de sinceridad... «Hemos encontrado al Mesías» dice; no un mesías, un mesías cualquiera, sino «el Mesías, aquel que esperábamos». 


martes 30 Noviembre 2010

San Andrés



San Andrés 
El nombre "Andrés" (del griego Andreia, valentía o valor), como otros nombres griegos, parece haber sido común entre los Judíos del segundo o tercer siglo antes de Cristo.

San Andrés, el Apóstol, hijo de Jonás, o Juan (Mateo, 16, 17; Juan, 1, 42), nació en Bethsaida de Galilea (Juan, 1, 44) Fue el hermano de Simón Pedro (Mateo 10,2; Juan 1, 40)  Ambos fueron pescadores (Mateo 4, 18; Marcos 1, 16), y al comienzo de la vida publica de Nuestro Señor ocuparon la casa de Cafarnaum (Marcos 1, 21, 29).

Desde el cuarto Evangelio aprendemos que Andrés fue discípulo del Bautista y de Juan el Evangelista para seguir a Jesús (Juan, 1, 35-40). Andrés inmediatamente reconoció a Jesús como el Mesías, Pedro, (Juan, 1, 41). Desde entonces los dos hermanos fueron discípulos de Cristo.

En las ocasiones subsiguientes, previas al llamado final al apostolado, ellos fueron llamados a la cercana compañía, y luego dejaron todo para seguir a Jesús (Lucas 5, 11; Mateo, 4, 19, 20; Marcos, 1, 17, 18). Finalmente Andrés fue elegido para ser uno de los Doce; y en las varias listas de Apóstoles dadas en el Nuevo Testamento (Mateo, 10, 2-4; Marcos, 3, 16-19; Lucas, 6, 14-16; Actos, 1, 13) el siempre aparece entre los primeros cuatro.

La única otra explicita referencia a el en el Synoptists, ocurre en (Marcos,13, 3), donde anunciaron su unión con Pedro, Jaime y Juan en poner la cuestión que dejo Nuestro Señor en su gran discurso escatológico. Además de esta exigua información, aprendimos del cuarto Evangelio que en ocasión de la milagrosa alimentación de quinientas personas.

Fue Andrés quien dijo: "Este es un muchacho quien tiene cinco barras de pan de cebada y dos pescados: ¿ pero que son estas entre tantos?" (Juan, 6, 8, 9); y cuando, unos pocos días antes de la muerte de Nuestro Señor, ciertos Griegos le preguntaron a Felipe si ellos podrían ver a Jesús, Felipe refería el tema a Andrés como una de las mayores autoridades, y luego ambos anunciaron a Cristo (Juan, 12, 20-22)

Como en la mayoría de los ordenes los primeros cuatro, son Pedro, Juan, Jaime, Andrés; no hay en las epístolas ni en el Apocalipsis mención alguna de ellos. Desde lo que conocemos de los Apóstoles generalmente, podemos, por su puesto suplementar un poco de estos escasos detalles.

Como uno de los Doce, Andrés fue admitido en cercana familiaridad con Nuestro Señor durante su vida publica; estuvo presente en la Ultima Cena; contemplando la ascensión del Señor; testigo de la Ascensión; compartió las gracias y regalos del primer Pentecostés, y ayudo, entre los riesgos y persecuciones, a establecer la Fe en Palestina.

Cuando los Apóstoles fueron enviados a predicar a las Naciones, Andrés parece haber tomado una parte importante, pero desafortunadamente no tenemos certeza de la extensión o el lugar de su trabajo.   La cruz en la cual él sufrió es comúnmente sostenida de haber sido una cruz en X, ahora conocida como de San Andrés, sin embargo la evidencia para esta visión parece ser no durar mas allá del siglo catorce.

Este martirio toma lugar durante el reino de Nerón, el 30 de Noviembre de 60 de la Era Cristiana; y ambas la Iglesia Griega y la Latina mantiene el 30 de Noviembre como sus fiestas.  Las reliquias de San Andrés fueron trasladadas desde Patrae a Constantinopla, y depositadas en la Iglesia de los Apóstoles allí, alrededor del 357 de la Era Cristiana.

Cuando Constantinopla fue tomada por los Franceses, en el comienzo del siglo trece, el Cardenal Pedro de Capua trajo las reliquias a Italia y las coloco en la Catedral de Amalfi, donde la mayoría de ellas permanecen. San Andrés es honrado como el patrono protector por Rusia y Escocia.





Oración 




Dios todopoderoso y eterno, escucha la oración de tu pueblo y concédenos que, así como el apóstol San Andrés fue en la tierra predicador del Evangelio y pastor de tu Iglesia, así ahora en el cielo sea nuestro poderoso abogado ante ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

First to be called, first to bear witness

DAILY GOSPEL: 30/11/2010
«Lord, to whom shall we go? You have the words of eternal life.» John 6,68


Saint Andrew, apostle - Feast


Letter to the Romans 10:9-18.
For, if you confess with your mouth that Jesus is Lord and believe in your heart that God raised him from the dead, you will be saved.
For one believes with the heart and so is justified, and one confesses with the mouth and so is saved.
For the scripture says, "No one who believes in him will be put to shame."
For there is no distinction between Jew and Greek; the same Lord is Lord of all, enriching all who call upon him.
For "everyone who calls on the name of the Lord will be saved."
But how can they call on him in whom they have not believed? And how can they believe in him of whom they have not heard? And how can they hear without someone to preach?
And how can people preach unless they are sent? As it is written, "How beautiful are the feet of those who bring (the) good news!"
But not everyone has heeded the good news; for Isaiah says, "Lord, who has believed what was heard from us?"
Thus faith comes from what is heard, and what is heard comes through the word of Christ.
But I ask, did they not hear? Certainly they did; for "Their voice has gone forth to all the earth, and their words to the ends of the world."

Psalms 19(18):2-3.4-5.
The heavens declare the glory of God; the sky proclaims its builder's craft.
One day to the next conveys that message; one night to the next imparts that knowledge.
There is no word or sound; no voice is heard;
Yet their report goes forth through all the earth, their message, to the ends of the world. God has pitched there a tent for the sun;

Holy Gospel of Jesus Christ according to Saint Matthew 4:18-22.
As he was walking by the Sea of Galilee, he saw two brothers, Simon who is called Peter, and his brother Andrew, casting a net into the sea; they were fishermen.
He said to them, "Come after me, and I will make you fishers of men."
At once they left their nets and followed him.
He walked along from there and saw two other brothers, James, the son of Zebedee, and his brother John. They were in a boat, with their father Zebedee, mending their nets. He called them,
and immediately they left their boat and their father and followed him. 
Mt 4,18-22
Commentary of the day 
Saint John Chrysostom (c.345-407), priest at Antioch then Bishop of Constantinople, Doctor of the Church
Homilies on Saint John's Gospel, no.19,1
First to be called, first to bear witness
«How good and how pleasant it is, brethren dwelling in unity» (Ps 131[132],1)... Andrew, having stayed with Jesus (Jn 1,39) and learned what he did, would not keep the treasure for himself but made haste and ran quickly to his brother, Simon Peter, to share with him the good things he had received ... Observe what he says to his brother: «We have found the Messiah, (which is translated 'Anointed')» (Jn 1,41). Do you see what fruit he learned in so short a time? This proves both the authority of the Teacher who has taught his disciples and also their keenness to know it right from the beginning.

Andrew's haste, and his eagerness to share such good news at once, suggests a soul burning to see the fulfilment of so many prophecies concerning the Messiah. It shows true brotherly friendship, deep affection and a simple nature, full of sincerity, that he should share his spiritual riches in this way... «We have found the Messiah» he says. Not 'a messiah' – just any messiah – but 'the Messiah', the very one we have been waiting for.


Tuesday, 30 November 2010

St. Andrew, Apostle



SAINT ANDREW
Apostle
(1st century)
        St. Andrew was one of the fishermen of Bethsaida, and brother, perhaps elder brother, of St. Peter, and became a disciple of St. John Baptist. He seemed always eager to bring others into notice; when called himself by Christ on the banks of the Jordan, his first thought was to go in search of his brother, and he said, "We have found the Messias," and he brought him to Jesus. It was he again who, when Christ wished to feed the five thousand in the desert, pointed out the little lad with the five loaves and fishes.
        St. Andrew went forth upon his mission to plant the faith in Scythia and Greece, and at the end of years of toil to win a martyr's crown. After suffering a cruel scourging at Patræ in Achaia, he was left, bound by cords, to die upon a cross. When St. Andrew first caught sight of the gibbet on which he was to die, he greeted the precious wood with joy. "O good cross! " he cried, "made beautiful by the limbs of Christ, so long desired, now so happily found! Receive me into thy arms and present me to my Master, that He Who redeemed me through thee may now accept me from thee."
        Two whole days the martyr remained hanging on this cross alive, preaching, with outstretched arms from this chair of truth, to all who came near, and entreating them not to hinder his passion.