EVANGELIO DEL DÍA

domingo, 30 de noviembre de 2014

El Vaticano abandera la lucha contra los abusos - La Razón digital

El Vaticano abandera la lucha contra los abusos - La Razón digital

El Vaticano abandera la lucha contra los abusos

En los últimos años, la Iglesia ha ido perfeccionando el protocolo de actuación ante casos de abusos sexuales perpetrados por el clero. Hoy, el procedimiento de actuación continúa actualizándose, así como las medidas adecuadas para su prevención y el cuidado pastoral con las víctimas. Sin duda alguna, Benedicto XVI tomó el asunto con mano de hierro y dio inicio a una nueva etapa que hoy continúa con el Papa Francisco, quien se ha mostrado ya implacable en relación a varios casos. Parte de este camino es la medida puesta en marcha por el Papa argentino hace apenas 15 días con la creación de un Colegio especial para el estudio de los recursos de apelación contra sentencias condenatorias por delitos graves cometidos por miembros del clero, que estará integrado en la Congregación para la Doctrina de la Fe, el órgano que tiene en sus manos las cuestiones doctrinales más delicadas de la Iglesia. El objetivo de la nueva comisión, formada por siete cardenales u obispos que aún no se conocen, es el de garantizar la rapidez de los procesos.

En Doctrina de la Fe se encuentra la denominada Sección Disciplinar que es la que se ocupa en concreto de estos casos y está formada por varios sacerdotes. Por encima se encuentra el promotor de justicia que hace las veces de fiscal. Precisamente, el pasado septiembre, Francisco nombró a Robert J. Geisinger como nuevo promotor, en sustitución de Robert W. Oliver, a quien designó secretario de la Pontificia Comisión para la Tutela de los Menores.

En 2001, Juan Pablo II promulgó el decreto «Sacramentorum Sanctitatis Tutela», con el que atribuía a este órgano de la Santa Sede las competencias necesarias para tratar y juzgar según el ordenamiento del Derecho Canónico los delitos más graves. Este decreto va acompañado por una serie de normas que se han ido actualizando desde entonces con el fin de agilizar y simplificar los procedimientos, de tal manera que sean más eficaces y hagan cara a nuevos problemas.

El protocolo contra los abusos se activa nada más conocerse un caso, bien porque alguna víctima ha informado a la Santa Sede, bien porque se lo ha contado al obispo de la diócesis en la que tuvieron lugar los abusos o bien porque el terrible delito se ha destapado de alguna manera, por ejemplo a través de los medios de comunicación. La diócesis local debe investigar siempre todas las denuncias, que es justamente lo que el Papa Francisco pidió al arzobispo de Granada nada más recibir la carta de la víctima en la que contaba lo sucedido. Si la acusación es verosímil, el caso debe remitirse a Doctrina de la Fe y el obispo debe proporcionar toda la información necesaria, además de explicar su opinión acerca de los siguientes pasos a dar y las medidas que se deben adoptar a corto y largo plazo. Todo ello siguiendo el Derecho Civil y colaborando con las autoridades civiles del lugar desde el primero momento. De hecho, la Iglesia subraya que «es necesario adecuarse desde el primer momento a las disposiciones de ley vigentes en los diversos países».

Durante la primera etapa de investigación y hasta que finalice el caso, el obispo debe poner medidas cautelares para salvaguardar a la comunidad y a las propias víctimas. Según la normativa vigente en la Santa Sede, el obispo debe proteger siempre a los niños y para ello debe tomar todas las medidas oportunas para asegurar que no se hace ningún daño. Una vez que el procedimiento se ha puesto en marcha, Doctrina de la Fe puede autorizar al obispo local a iniciar un proceso judicial ante un tribunal de la Iglesia, pero los recursos en estos casos irían directamente a la Santa Sede. En el caso de los abusos en Granada, el Papa Francisco habría encargado la investigación canónica a la diócesis de Valencia y el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal alemán Gerhard Müller, así lo habría comunicado a la diócesis de Granada. El sacerdote acusado está obligado a responder a las acusaciones, así como a presentar un recurso ante la Congregación contra el decreto que lo condene a una pena canónica. Una vez se revise el decreto, la decisión de los cardenales miembros de este dicasterio es definitiva.

Expulsados sin recurso

Si el sacerdote es juzgado y declarado culpable, el proceso judicial y el administrativo-penal pueden condenarlo a una serie de penas canónicas siendo la más grave la expulsión del estado clerical. Pero el protocolo contempla también que en casos muy graves, o en aquellos en los que el proceso penal civil haya declarado al clérigo culpable de abuso sexual a menores, la Iglesia puede llevar directamente el caso al Papa para que éste promulgue un decreto, llamado «ex officio» con el que se expulsa al culpable del estado clerical. Contra esta decisión del Papa no hay recurso posible. El Papa también es el responsable de conceder la dispensa al sacerdocio a los sacerdotes que hayan reconocido su delito y deseen volver al estado laical.

Las normas vaticanas apuntan además a que si el sacerdote acusado ha admitido sus delitos y ha aceptado vivir una vida de oración y penitencia, Doctrina de la Fe autoriza al obispo de la diócesis a la que pertenecen a emitir un decreto que prohíbe o restringe el ministerio público de dicho sacerdote. En el caso de que el religioso osara violar el decreto, de nuevo sería penado canónicamente.

La lucha de la Iglesia contra los abusos sexuales del clero en los últimos años ha ido más allá y en mayo de 2012 el propio Vaticano pidió a las conferencias episcopales de todo el mundo confeccionar unas «líneas guía» en las que se indique el procedimiento que seguiría cada diócesis en casos de abusos. Los episcopados que elaboraron el documento lo sometieron a la aprobación de la Congregación para la Doctrina de la Fe, con el fin de comprobar si seguía las nuevas normas establecidas por Benedicto XVI en 2010 y con las que se plantaba cara con más fuerza a estos delitos. Entre las nuevas medidas del ya Papa emérito, se encuentra el aumento de diez a veinte años del plazo de prescripción de los mismos y que puedan ser miembros del tribunal abogados o procuradores y no sólo sacerdotes, sino también laicos. Sin embargo, a juicio de algunos las reformas efectuadas en los últimos años por la Iglesia son todavía insuficientes. En un duro informe sobre los derechos de los niños, en el mes de febrero, la Comisión sobre los Derechos de los niños de la ONU acusó al Vaticano de no haber tomado las medidas adecuadas y de no ser transparentes a la hora de tratar estos casos, además de solicitar a la Iglesia que cambie su doctrina y su actitud sobre asuntos como el aborto. La respuesta de la Santa Sede no se hizo esperar y denunció que para la elaboración del informe no se habían tomado en cuenta todas las medidas adoptadas por la Iglesia, calificó de «injerencia» algunos puntos del informe y prometió «examinar minuciosamente» las observaciones de la ONU. No obstante, hace apenas unos meses se supo que el Vaticano expulsó a cerca de 850 sacerdotes entre 2004 y 2013 acusados de abuso sexual.



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Fwd: Verdad frente a abusos - La Razón digital

El Papa Francisco no pudo expresar con más claridad su intención de luchar y erradicar los abusos sexuales dentro de la Iglesia católica: «La verdad es la verdad y no debemos esconderla». La reacción de Bergoglio ante las denuncias presentadas en la diócesis de Granada fue inmediata; tomó la iniciativa de manera personal y llamó a la víctima para pedirle que denunciara su caso, un gesto que sólo puede interpretarse como que ya no bastan las amonestaciones «sotto voce» en la curia, sino que había que actuar con rapidez y ejemplaridad contra este tipo de «crimen y grave pecado», como el Papa lo definió. «Me siento personalmente obligado a asumir todo el mal que una cantidad importante de sacerdotes hicieron», reafirmó Francisco. Por lo tanto, ha sido directamente el Vaticano el que ha asumido el liderazgo contra estos delitos execrables que atentan contra los derechos y dignidad elementales de los más débiles –niños y adolescentes en su mayoría–, ya que vulneran principios básicos de la Iglesia católica y que los culpables no pueden estar en su seno. No fue necesario el polémico informe del Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidos del pasado mes de febrero, en el que se denunció que el Vaticano ocultaba casos de abusos a menores, aunque su difusión fuese impactante, para que la Santa Sede tomase cartas en el asunto de manera decidida, pues no sólo se estaban investigando los casos denunciados y tomando medidas drásticas, sino que se había desarrollado una forma de acción conjunta a través de las conferencias episcopales. Ya entonces, el portavoz vaticano, Federico Lombardi, llamó la atención sobre el hecho de que algunos informes «muchas veces son presentaciones muy ideológicas o parciales de las cuestiones». En definitiva, la Santa Sede no estaba de brazos cruzados ante tal drama. El momento que definió la «tolerancia cero» lo marcó Benedicto XVI cuando en marzo de 2010 envió una larga carta a la comunidad católica irlandesa en la que se reconocía la gravedad de los delitos cometidos. Habló entonces de «sentimiento de traición que muchos de vosotros habéis experimentado» y de la necesidad de actuar con «valentía y determinación». Que sea el propio Papa Francisco quien encabece la lucha contra la pederastia sólo explica la necesidad de emprender «un camino de curación, renovación y reparación», en palabras de Ratzinger. El pasado mes de julio, Francisco invitó a un grupo de jóvenes víctimas de abusos a participar en una misa en Santa Marta. En su homilía, pidió perdón y marcó la doctrina que debe seguirse: «No hay lugar en el ministerio de la Iglesia para aquellos que cometen estos abusos, y me comprometo a no tolerar el daño infligido a un menor por parte de nadie, independientemente de su estado clerical».

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Román y los 'lobos' de su Iglesia | Crónica | EL MUNDO

Román y los 'lobos' de su Iglesia | Crónica | EL MUNDO

Román y los 'lobos' de su Iglesia

Román Martínez, uno de los implicados en el caso de presuntos abusos...

Era un joven apuesto y, por lo que le acusan, con un mundo interior trastornado. Román Martínez Velázquez de Castro se ordenó sacerdote el 15 de julio de 1978. Tenía 24 años. Hijo de un honorable doctor de pueblo, vivió una infancia acomodada. Ni carencias ni traumas en su residencia en Caniles (Granada). Todos sus hermanos iban a destacar y él, como era aspiración en familias como la suya, optó por ser sacerdote. Alto, 185 cm, siempre iba con las mejores prendas. Decidió ser un focolar -movimiento católico que apoya la unidad de los cristianos-, hasta que lo abandonaría para formar un clan, donde la familia tendría otro significado. Su grupo era conocido entre la cúpula clerical de Granada como Los romanes. Hoy, con 60 años, Don Román, como le llamaban, protagoniza el caso más cruento de pederastia en la Iglesia de España. Uno que se podría cobrar la cabeza de un arzobispo testarudo en protegerle. Abusos sexuales, masturbaciones, orgías, vídeos pornográficos...

D., aspirante a doctor, 24 años, políglota y brillante estudiante, decidió acabar con su silencio. Desvelar lo que sabía de Román, en quien había confiado, por quien abandonó a su familia. Y quien casi le destruye porque, a diferencia de Román, D. proviene de un barrio de clase obrera... Él era la esperanza de los suyos, un chico de esos que los padres sueñan tener. Tan bueno que decidió ser monaguillo. Recién entrado en la adolescencia, escuchaba a Don Román, su mentor y guía. Aún menor de edad, fue convencido para abandonar su casa e irse a vivir al piso del cura. A dormir en su misma cama.

De noviembre de 1978 a febrero de 1980, cuando apenas fue ordenado cura, a Román le tocó servir en la histórica parroquia de Cástaras (Granada), cuyo origen data desde el siglo XVI. Un templo donde también sirvió, entre 2002 y 2013, Manuel Quintana Muñoz, vicario de la iglesia donde era -hasta el 15 de octubre- sacerdote principal Román, la de San Juan de Vianney. Manuel es hermano de Sergio Quintana Muñoz, profesor de religión detenido por este caso y a quien el Arzobispado ya le ha retirado la idoneidad para dictar esta asignatura. Todo ocurrió alrededor de la iglesia de Vianney, donde Los romanes actuaban. Había un patrón de captación que estudian los investigadores: adolescentes con familias desestructuradas. Venían de hogares con problemas de drogas, sin aparente futuro... "Decían que les iban a dar hogar, les daban de todo. De pronto se sentían queridos...", cuenta un defensor de Román, sin darse cuenta de que existe una doble lectura. "Siguiendo sus consejos y su manipulación efectiva, dejé la casa de mis padres con 17 años y me fui a vivir a la casa parroquial...", contaba, en su carta al Santo Padre, D.

'Los mejores amigos'

"Te dan confianza. Sientes que es un honor... Transcurre un tiempo y llegas a creer que es tu familia", apunta M., el otro acusador de Los romanes. El segundo, por ahora. "Te hacen ver que lo que hacen es para tu bien... Me aconsejaban que estar con ellos era lo mejor... Ellos eran los mejores amigos".

Un apellido como Velázquez de Castro es cuasi aristocrático en la comarca de Baza, altiplano de Granada. Hay médicos, empresarios, comerciantes, constructores... Los pecados de Román han salpicado a todos. Incluso la actual alcaldesa de su pueblo titubea cuando le preguntamos por él. Dice apenas conocerlos... Menos al padre Martínez Velázquez de Castro, quien participó en las fiestas centrales de Caniles, en 2010, con una Novena en honor a San Sebastián titulada: Bienaventurados los limpios del corazón... Heredero de una buena parte de las propiedades de sus padres, no fue el dinero de su familia lo que habría hecho millonario a Don Román. Dos años antes de ese pregón, María Muñoz Morillas, una acaudalada farmacéutica, legó propiedades y varios millones de euros a tres curas. Entre los que figuran como actuales dueños de sus inmuebles están Román y Francisco José Campos. Este último es personaje esencial entre la secta de los romanes. Campos no es sólo un cura. Era uno de los sacerdotes con más porvenir de España.

Francisco Campos es juez del Tribunal Eclesiástico de Granada. Esto escandalizó primero al Papa cuando se enteró. Era un KO al mentón de uno de los más polémicos miembros de la alta curia, el díscolo arzobispo de la diócesis, Francisco Javier Martínez Fernández. Ya fue sumamente tibio con un abusador condenado cuando estaba destinado en Córdoba, hasta que éste fue expectorado por su sucesor. Después, ya como arzobispo granadino, apoyó la edición de un libro donde las mujeres eran bien vistas como "sumisas". Y ahora, uno de sus niños mimados, pues Campos lo era, aparecía como personaje relevante de la carta que había conmovido al Papa.

Paradójicamente, la vida de Campos era similar a la de la víctima, a D. El juez eclesiástico es hijo de un humilde camarero. Era el orgullo familiar. Graduado de Derecho Canónico en Salamanca, "todo apuntaba a que iba para obispo", señala un allegado. Su padre, Paco, está destrozado. «Le ha matado». Antes de ser nombrado cargo de confianza de monseñor Martínez Fernández, había pasado por varias parroquias de la Alpujarra como Órgiva, donde heredó la fortuna de la farmacéutica. El círculo del clan lo cierra Manuel Morales Morales, que reemplazó a Campos en Órgiva. Morales es otro de los cuatro principales acusados.

Los romanes -no menos de 10 sacerdotes y cuatro laicos, a pesar de que sólo haya cuatro imputados- con su estrategia disfrutaban de una buena vida. Se le atribuyen 18 propiedades, como mínimo, a su nombre. No menos de dos chalets de lujo, piso en la playa, coches de alta gama -un vecino vio un "Audi A6 dorado, de esos inolvidables"-, y a Román conduciendo una "moto naked tipo Ducati", refiere a Crónica un camarero que trabaja frente a la iglesia. Nos lo cuenta un día antes de que aparecieran en la fachada del templo de San Juan María Vianney de Granada pintadas de limpio trazo: "Pedófilos" y "sucios pederastas".

Llorando a solas

Todo lo que padeció el joven D. en manos de Los romanes ocurrió cuando era menor. A él, a la esperanza de su familia. Sufrió en silencio para acusar a su abusador principal, lo que le ocasionó distintos síndromes. Pero se sobrepuso, reemprendió su vida y hoy apunta alto en su profesión. Muy arriba. Pero no le era suficiente. Había llegado a sus oídos que la red se estaba haciendo más fuerte, que estaba atrapando a amigos suyos, a vecinos suyos... ¿Cómo tomó la decisión de escribir al Papa? Ya había llorado a solas varias veces D. Por fuera, era un chico feliz defensor de distintas causas, podría criticar al gobierno, a las matanzas de Israel en Palestina, la inmovilidad de la juventud... Por eso él no podía quedarse impasible ante Los romanes. Para cerrar un ciclo, en verano, el 24 de julio de 2014, escribió una carta al Santo Padre. La batalla iba a ser de cordero contra lobos. De David contra Goliat. Un Goliat que estaría respaldado por la Santa Madre Iglesia. Pero no. El papa Francisco ordenó actuar. Y Román y sus romanes caerían en desgracia. La redención de D. llegó el domingo 10 de agosto. A las 17.23 horas.

Semáforo en rojo. El móvil suena. Número desconocido.

-¿Quién es? -pregunta D.

-¿Hablo con el señor D.? -responde una voz cálida, que sentía cercana pero no la reconocía totalmente.

-Sí, soy yo. ¿Quién llama?

-Buenas tardes hijo, soy el padre Jorge.

-Perdón, se ha debido de equivocar. No conozco a ningún padre Jorge.

-Bueno, el Papa Francisco... -D., el muchacho locuaz, se queda completamente mudo.

-...

-¿Sigue ahí? -indaga Jorge Bergoglio, nombre de pila del sucesor de Benedicto XVI.

-...

-Hijo, serénate. He leído tu carta varias veces. No he podido más que emocionarme y sentir un dolor inmenso al leer tu relato. Quiero pedirte perdón en nombre de toda la Iglesia de Cristo... -Bergoglio estaba consternado, ya sólo la denuncia de D. bastaba para eso, pero además lo que se apuntaba en la carta era que Los romanes era un grupo organizado. No le había tocado enfrentarse a esto antes...

Esta conversación fue desvelada por el escritor y periodista Jesús Bastante. Un scoop que ha removido los cimientos de la Iglesia española. La primera fase de un escándalo que a partir de allí ha ido arrinconando a los acusados. Y a D., que está parapetado en sus investigaciones y libros, entre sus alumnos y sus tareas que no ha abandonado. Nos confirman su identidad -que no revelamos para protegerle-, dónde está refugiado, su oficina... Hablamos también con él: "Sólo quiero que se sepa la verdad. Creo en la Justicia. Sé que me están buscando, que están en la casa de mis padres, en mi lugar de trabajo...", nos ha dicho a través de uno de sus amigos más cercanos. "Estoy muy tranquilo. Gracias por interesarse por mí".

Cuando escribió su carta, D. sólo pensó en las otras víctimas. Incluso su actuar dejó descolocado a los líderes de otro grupo, al Opus Dei, del que forma parte y es supernumerario [laicos que no viven el celibato apostólico]. "Él ha actuado individualmente, respetamos y aplaudimos su valentía, pero no hemos tenido nada que ver", dicen desde la organización fundada por José María Escrivá de Balaguer. Lo aclaran, pues se ha hablado de una guerra civil en el clero por el control de la diócesis de Granada. Lo cierto es que es una denuncia individual, de D. contra los que considera sus abusadores... Relata así los abusos que sufrió...

Película pornográfica

"El motivo de esta carta es narrar un acontecimiento de mi vida, bastante trágico, que me ha causado gran daño y al menos a otras cuatro personas que han debido pasar por el mismo tormento que yo...". La cantidad de menores abusados no se conoce aún. Las estimaciones van de los chicos que cita D., a decenas. Por lo pronto, van dos denuncias hechas en sede judicial. En la misiva al Papa se dan los nombres de los lobos con piel de cordero eclesial: Román Martínez Velázquez de Castro, Francisco Javier Campos Martínez, Manuel Morales Morales... Entre los acusados "hay dos parejas de hermanos". Una de ellas es la de Sergio y Manuel Quintana Muñoz. Sólo Sergio está imputado... ¿Qué le hizo Román a D., según el escrito? "Jamás tuve cama propia en la casa parroquial, tenía que dormir en su cama a diario... Para cambiarse de ropa, no podías esconderte o taparte, pues no estabas siendo natural y estabas ocultando tu cuerpo, que es natural y un regalo de Dios... Las prácticas sexuales más frecuentes iban desde masajes a masturbaciones y besos en la boca... Sentí que me volvía loco... No comprendí jamás el porqué había que poner una película pornográfica homosexual en la habitación y verla [junto a Román]... Me consta que también cometieron abusos con un amigo mío, pero se marchó al ver lo que sucedía allí". Este amigo es M. que añade, en su testimonio de denuncia, aún más crudeza... "Sentía sus erecciones rozarme y me decían que no tuviera miedo".

La denuncia no sólo fue tomada en serio por el Santo Padre. El propio fiscal superior de Andalucía, José María García Calderón, la tramitó sin demora. Por el contrario, la actitud del obispo de Granada fue, por decirlo con sutileza, laxa. Desde la llamada de Bergoglio a D. hasta que suspendieron a divinis a los tres sacerdotes, el 15 de octubre de 2014, pasaron 66 días. Tiempo suficiente para que pudieran borrar todas las pruebas y planificar una estratagema. Esta actitud ha hecho que distintas voces pidan la dimisión del arzobispo Martínez, a quien D. acudió por petición de Francisco I. "Mañana ve al obispo", le indicó el Papa. "Le escribí al obispo para que empezara el trabajo, para que hiciera la investigación y fuese adelante", explica Francisco. Pero D. sintió indiferencia por parte del prelado granadino. Hasta que decidió ir a la justicia terrenal.

No habrá paz para los malvados

Por eso, la petición de perdón, postrado, el pasado domingo, de Martínez por varios minutos junto a otros sacerdotes sobre el suelo de la catedral de Granada, de poco le podría servir... Él ya sabía que las detenciones de Román y sus romanes era cuestión de horas. El lunes fueron enviados al calabozo Martínez Velázquez de Castro, Campos Martínez, de 44 años, Manuel Morales Morales, 42, y Sergio Quintana... El escándalo se hizo mundial. Desde EEUU a Roma ya se habla del clan. Al día siguiente, en pleno Parlamento Europeo, el Papa fue lapidario: "No se puede esconder la verdad".

M. también se atrevió a acusarlos judicialmente. "Me veo con fuerzas... tras años de silencio, miedo y vergüenza". Y un tercer testimonio salió a la luz también. Uno que demuestra que la actividad de Román no comenzó ahora. El relato de G. Tenía 15 años y Román, 33, "la edad de Cristo", como bromeaba él. Eran inicios de 1986, hace 28 años. "Román intentó tocarme cuando salí de la ducha...". Dice más: "Me abre la puerta y veo, por detrás, en el pasillo cuatro diáconos, o lo que fueran, completamente desnudos".

Agotadas, al límite, las 72 horas de detención preventiva, el juez imputó a los cuatro acusados por delitos "contra la libertad e indemnidad sexual". Tres están en libertad con cargos desde el miércoles noche. Don Román consiguió no ingresar en prisión pagando inmediatamente una fianza de 10.000 euros.

Ha sido fundamental la actuación de Javier Muriel, abogado penalista de Marbella, nada barato, quien pleiteó también en el escandaloso caso Malaya, que anticipó a este suplemento que sus clientes iban a ser liberados, cuando se preveía que Román iba a ir a prisión sin fianza. El sacerdote, a través de su letrado, se defiende: "Somos inocentes. Rechazamos todos los cargos y sólo queremos que la verdad se sepa. Llegaremos hasta el final". Los romanes -a quienes también, erróneamente, llaman Los romanones- están escondidos en la provincia de Granada, en pueblos del interior. Sólo tienen la obligación de fichar el próximo 7 de diciembre, 24 horas antes de la celebración de la Inmaculada Concepción.

Cibersexo

Las investigaciones policiales van en pos del rastro informático de Los romanes. Los discos duros de sus ordenadores están vacíos. Han desaparecido gran parte de sus imágenes. Y se sabe que eran muy activos en las redes... "En la sexualidad se manifiesta nuestro ser más íntimo, con todas sus riquezas y miserias. Como expresión de nosotros mismos, la sexualidad puede ser maravillosa o tremendamente denigrante... La satisfacción que da una sexualidad integrada y armónica no tiene precio, pero hacen falta personas que quieran buscarla", escribió el miembro del tribunal eclesiástico e imputado, Francisco Campos. Su texto lo tituló: Cibersexo.

M., que no ha dejado Granada, es señalado con el dedo, como si él fuera culpable por haber contado su verdad, sus abusos... Mientras, D. vive un retiro espiritual. Pasará un rato con sus amigos, los que han compartido escapadas a festivales y fiestas, con quienes ha reído y llorado. Lo han acompañado y apoyado tras conocer lo que le pasó. Especialmente ése que ha conducido en coche, dirección norte, más de siete horas para ir a su encuentro, cual hermano. Que en su retorno a su ciudad, que hará en silencio, con los suyos, responderá a sus preguntas. El autor de la carta que conmovió al Papa, el futuro doctor, ya no tiene nada que callar.

LA CARTA QUE CONMOVIÓ AL PAPA FRANCISCO

Querido Santo Padre: Soy D... tengo 24 años y soy miembro supernumerario del Opus Dei... El motivo de esta carta es narrar un acontecimiento de mi vida, bastante trágico, que me ha causado gran daño y a, al menos, otras cuatro personas que han debido pasar por el mismo tormento que yo... Son nueve sacerdotes [involucrados, entre ellos...] Román Martínez Velázquez de Castro, Francisco Javier Campos Martínez, Manuel Morales Morales, Sergio Quintana Muñoz... Hasta los 16 años... mantuve un compromiso estable con la parroquia... pero de ir solo a misa, también empecé a visitar con frecuencia la casa parroquial. Allí pasaba fines de semana completos: estudiaba, estaba con ellos... Esto me supuso constantes discusiones con mis padres, que no entendían por qué pasaba tanto tiempo en la parroquia... Mi relación, confianza y cercanía con Román... Me convenció de que debía participar mucho más de la vida entre ellos e ir dejando poco a poco a la familia... Siguiendo sus consejos y su manipulación efectiva, dejé la casa de mis padres con 17 años y me fui a vivir a la casa parroquial. Dejé mi familia por completo para trasladarme a vivir a la parroquia dando de lado la relación con mis padres... La gran farsa que este hombre tiene montada... Jamás tuve cama propia en la casa parroquial, tenía que dormir en su cama a diario... Para cambiarse de ropa, no podías esconderte o taparte, pues no estabas siendo natural y estabas ocultando tu cuerpo que es natural y un regalo de Dios... [Decían] "Si no lo haces nos estás juzgando y es porque estás repleto de trabas mentales que te impiden ser natural"... Las prácticas sexuales más frecuentes iban desde masajes a masturbaciones, también besos en la boca... Sentí que me volvía loco. No entendía nada. No comprendí jamás por qué había que poner una película pornográfica homosexual en la habitación y verla [junto a Román]... Al resto de sacerdotes no los vi participar, pero sé que estaban informados de lo que se hacía en la habitación de este hombre... Durante aquel tiempo sentí que me volvía loco: siempre me habían gustado las mujeres y me encontré que estaba viviendo una sexualidad entre hombres que además eran sacerdotes, que se supone que debían vivir bajo los principios de la castidad y el celibato apostólico... Hoy soy profesor [detalla dónde y sus lugares de trabajo], pero por culpa de este sacerdote he desarrollado un trastorno de ansiedad generalizado... Al terminar la selectividad en el año 2008 dejé la parroquia y la relación con Román... Me consta que también cometieron abusos con un amigo mío, pero se marchó al ver lo que sucedía allí [es M., el segundo acusador y testigo en el caso]. Vio la luz y pudo escapar de todo eso... Querido Santo Padre, este tema es de una gravedad considerable. Desde que me fui con 18 años y hasta ahora que tengo 24, jamás pensé que informaría de esto a nadie, pero me preocupa que estas prácticas se estén haciendo también con una amiga mía... Sé que esta carta puede ser motivo de escándalo. No busco nada para mí, pero sí me preocupa que estos señores puedan estar arruinando la vida de otros... Mil veces he deseado contarlo todo a mis padres... pero no lo he contado a nadie. He llevado este asunto con absoluta prudencia para no desgastar a la Iglesia y a tantos ministros que hacen tanto bien a las almas... Entiendo que es inaceptable que estas personas puedan estar haciendo daño a niños y niñas... Le ruego que no permanezca impasible ante esto... Jamás he querido llevarlo a los tribunales, pero...



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sábado, 29 de noviembre de 2014

La Iglesia, bajo el foco: «Los fieles no toleran que no se actúe inmediatamente para atajar el mal» - ReL

La Iglesia, bajo el foco: «Los fieles no toleran que no se actúe inmediatamente para atajar el mal» - ReL

La Iglesia, bajo el foco: «Los fieles no toleran que no se actúe inmediatamente para atajar el mal»

La archidiócesis de Granada se ha visto en las últimas fechas en el ojo del huracán a raíz del caso de los supuestos abusos sexuales por los que han sido detenidos tres sacerdotes y un laico. Gestos como el del arzobispo Javier Martínez postrándose ante el altar de la catedral para pedir perdón, o la rapidez de su primer comunicado en cuanto saltó el caso a los medios, muestran que algo está cambiando en la Iglesia en la gestión de este tipo de crisis que la sitúan bajo los focos.

Yago de la Cierva es uno de los grandes expertos españoles en ese ámbito. Fue director ejecutivo de la JMJ de Madrid 2011 y es profesor de Comunicación Preventiva y Gestión de Crisis en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de Roma. Acaba de publicar La Iglesia, casa de cristal. Propuestas y experiencias de comunicación durante crisis y controversias mediáticas (BAC, Biblioteca de Autores Cristianos). La obra está llamada a convertirse en texto de referencia en facultades de Periodismo o en gabinetes de comunicación o de prensa (eclesiásticos o no, pues la teoría y los ejemplos que extrae no se circunscriben al ámbito de la Iglesia). Sobre todo es lectura instructiva para todos los que ostentan una representación del tipo que sea. Máxime si se trata de una institución, como la Iglesia, que está obligada a una transparencia absoluta. A ser templo y refugio, sí, pero con el techo y las paredes permitiendo a todos ver el interior sin cortapisas.

-¿Cómo ha gestionado la Iglesia la crisis de Granada?
-No conozco "por dentro" este triste episodio (que no está cerrado aún, y que sin duda todavía traerá cola) y por tanto hay que suspender el juicio en cuanto a los hechos. Pero simplemente de las informaciones ya contrastadas que todos conocen se pueden extraer muchas lecciones. En primer lugar, que todas las instituciones religiosas, por bien que estén gobernadas (y más aún si no lo están) pueden sufrir un problema de estas características.


Yago de la Cierva advierte de la importancia de
tener un plan de acción que prevenga las crisis
mediáticas.


-¿Quiere decir que no es tanto cuestión de "estructuras" como de "personas"?

-La Iglesia está formada por personas de carne y hueso, que pueden equivocarse y de hecho se equivocan mucho y gravemente; y es imposible evitarlas por completo. Los hombres somos una fuente inagotable de sorpresas. Pero los fieles católicos y los ciudadanos en general no toleran que no se actúe inmediatamente para atajar el mal. Y es imposible actuar con la celeridad que estos casos requiere si no se está preparado: si no hay un protocolo de acción en casos semejantes, que incluye medidas de investigación, de gestión y de comunicación, que se pueda aplicar rápidamente.

-¿Lo hay?
-Todas las diócesis deberían preguntarse si tienen estos protocolos (algo que la Santa Sede pidió a las Conferencias episcopales que estuviera listo para 2012), y saben qué harían si les ocurre algo semejante. Hay que escarmentar en cabeza ajena.


Una obra de valor académico, pero sobre todo
de valor práctico en todos los ámbitos de la Iglesia
donde es esencial la comunicación.


-¿Hay conciencia de esto último?

-Cada diócesis y cada institución eclesial son autónomas en su gobierno y en su comunicación, pero no en la percepción de la gente (incluidos los católicos), y lo que afecta a una diócesis, afecta a todas. No estamos asistiendo a un problema que sufre una diócesis, y ni siquiera de la Conferencia episcopal, sino de toda la Iglesia en España. Todos lo leemos, todos nos quedamos abochornados, todos vemos cómo en la otra punta de la península un cura cualquiera es llamado "pedófilo" por la calle y no pasa nada…

-¿Qué puede hacerse a nivel nacional?

-La comunicación de la Iglesia en España debería ser coordinada, y superar la mentalidad juridicista que lleva a considerar cada diócesis una isla. En este sentido, la misma operación de organización y consistencia económica que se ha realizado en las diócesis españolas se debería aplicar también a las oficinas de comunicación de las diócesis.


En la comunicación del Papa Francisco los gestos
son fundamentales. Y su empeño en la ejemplaridad
del clero y los obispos, también.


-¿Cuánto aporta la intervención directa del Papa en un caso como éste?
-Este lamentable episodio ha puesto de relieve el modo como gobierna el Papa Francisco y sus prioridades. Vemos que su atención a los temas que considera importantes –y la ejemplaridad del clero y del episcopado lo es– es personal, tenaz y hasta radical; y que más que palabras, enseña con sus gestos. En ese sentido, sus llamadas telefónicas y su premura para que se resuelva el asunto son toda una llamada de atención a la importancia que tienen que dar los pastores a la atención de las víctimas de la actuación criminal de clérigos.

-Eso venía cambiando hace tiempo...
-San Juan Pablo II ya había dicho con contundencia: "No hay sitio en el ministerio para quienes abusan de otros"; y Benedicto XVI ha hecho una limpieza notable, exigiendo la renuncia a casi cien obispos. Ahora es como si Francisco pensara: voy a ejemplarizar cuál debería ser la actitud del pastor al conocer hechos de esta naturaleza. Y todo el mundo sabe que, en la Iglesia y en cualquier organización, no hay nada más importante que aquello que el jefe va a revisar en persona.

-¿Cómo conjugar esa firme determinación con la necesaria prudencia?

-Es muy importante asumir la iniciativa. Este caso pone de manifiesto que no se puede esperar a conocer todos los elementos de la historia para actuar con decisión y claridad, porque… ese momento no llegará nunca. Las organizaciones no son las primeras en saber qué ha pasado en su interior, les adelantan siempre los medios de comunicación. Además, nunca se puede descartar que aparezcan casos nuevos, o datos nuevos en historias viejas…

-¿Entonces...?
-Hay que aceptar que uno no puede controlar la situación, sino que es un actor más en la escena; y actuar de acuerdo con lo que se espera de él: que asuma la defensa de las víctimas, conocidas y por conocer; que muestre una actitud conforme a la gravedad de los hechos, que colabore con la policía, etc. No estoy diciendo que en el caso de Granada, esto no se haya hecho, porque no lo sé; pero si se toma la iniciativa, se forma parte de la solución, no del problema. Y pienso que la percepción de la gente es ésa.

-Sin embargo, en ocasiones se actúa correctamente y la opinión pública no se entera...

-Muy probablemente, se han tomado decisiones de gran prudencia en cuanto se refiere a las personas; pero si no se comunica, se rema contracorriente, porque en una crisis la presunción es de culpabilidad, no de inocencia.

-¿Qué hay que hacer para comunicar bien?
-Es importante mantener informados a los medios de comunicación, y más en un tema de interés general. Pero en las crisis se manifiesta más importante aún contar con canales de comunicación propios activos y eficaces con todos los públicos prioritarios, de manera que reciban información directamente de la institución, sin los filtros que supone pasar por los medios.

-¿Cómo puede estructurarse en la práctica un canal semejante?
-En el caso de una diócesis, es imprescindible saber cómo se mantiene informados a todos los sacerdotes y parroquias; a todas las instituciones católicas presentes en el territorio; a los profesores de religión de los colegios públicos; a los demás obispos; a los medios de comunicación católicos; etc., etc. Ahora la tecnología lo ha hecho más fácil… pero requiere mucho tiempo y a personas preparadas.

-¿Vale la pena invertir en ello?
-Estos canales permiten llegar a la gente directamente, explicarles qué ha pasado, qué se va a hacer para poner remedio, cómo nos vamos a ocupar de las víctimas, qué reformas internas habrá que introducir, y qué puede hacer quien se sienta afectado y desee ayudar. Y por supuesto, escuchar, escuchar, escuchar. Por ejemplo, las sugerencias de José Luis Restán sobre cómo enfocar este problema con sensatez y sentido sobrenatural son de gran ayuda para los cristianos de a pie (e incluso para los demás), y podrían tomarse de ejemplo de una comunicación institucional eficaz.

-Poco antes del caso Granada, la Iglesia fue objeto de controversia con la crisis del Sínodo...

-Yo no creo que el sínodo de la familia en Roma haya supuesto una crisis para la Iglesia. Quizá lo que ha habido es, por un lado, algunos mensajes muy esperanzadores, de que la Iglesia debe salir y acercarse a los problemas reales de las personas, sin rechazar a nadie; y quizá algo de descontrol en la comunicación, porque cuando lo que se quiere decir y lo que se entiende no coinciden, es que no se ha hecho bien…


La propuesta del cardenal Walter Kasper de permitir
la comunión a divorciados en convivencia posterior
marcó la primera parte del sínodo sobre la familia.


-¿Qué pudo fallar?

-Esto no pasa solo en la Iglesia, es un problema general: no es nada fácil comunicar en medio de una especie de "negociación", porque cuando se expresan voces distintas que tienen carácter provisional, lo más normal es el ruido. La armonía es siempre fruto de la coordinación. De todos modos, es palpable el esfuerzo del Papa por enfrentarse con los problemas y buscar soluciones, e involucrar a personas de los cinco continentes. Eso en sí mismo es un mensaje positivo, que la gente aprecia.

-Pederastia, comunión a divorciados, disensiones entre obispos... ¿qué principios generales deben guiar la conducción de estas crisis?

-La verdad, los supuestos que Vd. menciona tienen poco que ver entre sí. Quizá lo único que tienen en común es que en la solución de todos ellos está la comunicación, entendida como un servicio al gobierno de las instituciones, tanto para las instituciones civiles como para las eclesiásticas. Siempre es bueno preguntarse qué se ha entendido de lo que hemos dicho, y plantearse cómo hacerlo mejor la siguiente vez.

-Antes repitió usted tres veces la palabra "escuchar"...

-Nunca se subrayará bastante la importancia de escuchar en el proceso de comunicación (y en el liderazgo). Podríamos entonces pararnos a pensar si lo estamos haciendo lo bien que deberíamos, y cómo podemos mejorar. Es una parte importante del servicio que se presta a la gente.

-¿Por qué en La Iglesia, casa de cristal usted insiste tanto en la prevención, en estar preparados?
-La prevención es la clave de la gestión de crisis: la única crisis bien gestionada es la que se ha evitado.

-¡No es tan fácil...!
-Un dato estadístico interesante es que la mayoría de las crisis anuncia su llegada. Es un factor muy positivo, porque implica que si se está atento a las señales que dan con antelación, y no se deja que los problemas se agranden sino que se resuelven cuando son aún pequeños, se logrará evitar casi todas las crisis, y las que sean inevitables, nos pillarán sobre aviso.

-¿Se tiene esto en cuenta en la Iglesia?

-En la Iglesia de hoy veo cada vez más instituciones que se preparan, que forman a sus portavoces, que elaboran planes de crisis, y que tienen programas de simulacros y de ensayos. Pero ojo, la prevención no es solo "comunicación", porque una crisis no es un problema de comunicación, sino de gobierno.

-¿A qué se refiere?

-Es preciso también llevar bien las cuentas económicas y la gestión patrimonial, respetar los procedimientos canónicos para los nombramientos eclesiásticos, seguir criterios de contratación transparentes, dirigir a las personas desde el respeto y la confianza… En ese sentido, soy muy optimista.

-¿Hemos aprendido de las situaciones?
-El modo en que se lideran las organizaciones ha cambiado mucho en los últimos años, porque está cambiando nuestra sociedad. Las personas piensan, quieren y se relacionan hoy de modo distinto a hace veinte años, y esto implica cambios notables en las instituciones. También la Iglesia se adapta: una diócesis o una parroquia hoy no se gobiernan como en 1980. Si se quiere, se podría aplicar a esto el viejo refrán de "Ecclesia semper reformanda": para poder servir al Evangelio, tenemos que adaptarnos a los tiempos.

-¿Qué es lo que hay que adaptar?

-El Evangelio no se adapta, es siempre actual y eficaz: pero nosotros sí que tenemos que ser buenos canales.

-¿Cómo entender la gestión de crisis en el ámbito de la Nueva Evangelización?
-La nueva evangelización consiste en presentar de manera atractiva a Jesucristo al hombre y la mujer de hoy, y mostrarles (más que enseñarles) que Dios quiere que seamos felices, y que solo lo lograremos siguiendo sus pasos. Su camino es la ejemplaridad cristiana: predica más fuerte un cristiano coherente en medio de los problemas acuciantes (rechazar una comisión ilegal, reconocer públicamente que una idea innovadora no fue nuestra sino de un subordinado, dedicar unas horas a la semana al voluntariado, visitar a menudo a los padres enfermos o en un geriátrico, etc.) que un predicador o un profesor de moral.

-Pero eso no es comunicación...
-La comunicación se mueve en otro plano, que podríamos llamar "pre-evangelización": mostrar que las organizaciones católicas (diócesis, colegios, hospitales, ONGs, universidades) respetan las leyes y las normas éticas, entre las cuales está la de informar con verdad de lo que hacen bien y mal. Y no lo digo yo, está así en el Compendio de doctrina social de la Iglesia

-¿Por qué utiliza el término "pre-evangelización"?
-Digo que es pre-evangelización porque son un motivo importante de credibilidad; y cuando no es así (cuando por ejemplo en una institución católica no se paga el salario justo, o no se piden los permisos necesarios para una obra), entonces la gente llegará a pensar que nuestra fe es de boquilla. Es el modo "institucional" de ser ejemplares.

-Volvamos, para concluir, a la gestión de crisis. ¿La formación en este ámbito debe ser generalizada o sólo propia de quienes, por así decirlo, deben "dar la cara"?

-Nadie discute hoy que para liderar una institución hay que saber algo de derecho, de finanzas, de dirección de personas, de gestión de proyectos, etc., además de conocer bien el espíritu que mueve a esa institución. A la Iglesia le pasa lo mismo. De hecho, desde hace unos pocos años la Santa Sede tiene un programa de formación de nuevos obispos: además de saber teología, derecho canónico y pastoral, hacen falta otras cosas… Y esa tendencia va a más. En el mismo saco está la comunicación. Ya existen programas de comunicación en muchos seminarios, y algunos obispos también los solicitan.

-Es que, cuando hay fallos en esto, los daños son muchos...
-Creo que cada vez es más general la percepción de que la comunicación en la Iglesia es un elemento fundamental, y que eso implica dedicar personas, tiempo y recursos para alcanzar la profesionalidad.






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naiz: Iritzia | Opinión - Denuncie los abusos, pero no ante la Iglesia

naiz: Iritzia | Opinión - Denuncie los abusos, pero no ante la Iglesia

naiz: Iritzia | Opinión - Denuncie los abusos, pero no ante la Iglesia

Con motivo de los casos de pederastia denunciados en Granada, en los que están acusados como presuntos abusadores varios sacerdotes y un profesor de religión, algunas autoridades eclesiásticas han pedido perdón en nombre de la Iglesia católica, asumiendo la veracidad de las denuncias. El arzobispo de Granada, con una teatral escenificación en la catedral (él y otros sacerdotes se tumbaron boca abajo unos minutos en el suelo). El papa, mediante dos llamadas personales a Daniel (nombre ficticio de la víctima que le escribió).


¿Y qué hace la Iglesia con sus miembros presuntamente abusadores? Cuando no los encubre, se conforma, en lo que llama «tolerancia cero», con medidas «internas» como traslados o apartamientos temporales, pero no los denuncia ante la justicia. Y es que, desde la Iglesia, estas gravísimas acciones se contemplan como pecados, no como delitos, y por eso hablan de perdón, ofensas a Dios y penitencias cristianas, no de la justicia del Estado de Derecho, que consideran inferior a la divina.


Las pomposas peticiones de perdón no diré que están de más, pero, de cara a la realización de justicia, de poco sirven si no van acompañadas –o mejor, precedidas– de acciones efectivas. De hecho, son un fraude si se ofrecen como sustitutas de estas, y más aún si las acciones que se toman perjudican a la justicia. ¿Han venido acompañadas de acciones efectivas las peticiones de perdón del arzobispo de Granada y del papa? Más concretamente: ¿pusieron los hechos de los que tuvieron conocimiento en manos de la justicia? Todo el mundo sabe que el arzobispo, no. Y en cuanto al papa, creo que hay una sorprendente confusión al proclamarlo como héroe de esta historia. Bergoglio, según las noticias y lo que él mismo declaró, puso la denuncia en manos… de oficiales de la Santa Sede y del arzobispo, un hombre ya conocido (entre otras lindezas) por proteger cuando era obispo de Córdoba a un cura condenado por pederastia. El papa pidió a Daniel en su primera llamada que hablara con ese arzobispo. Unos errores garrafales e inexcusables aunque el arzobispo hubiera sido otro, si ninguno tiene el mandato de denunciar. Solo un par de meses después, en su segunda llamada, trató de enmendar (demasiado tarde) esos errores si es que de verdad animó a la víctima a denunciar ante la justicia temporal, que es lo que debió hacer desde el primer momento.


En cambio, lo que alentó el papa fue que el arzobispo de Granada, y tal vez el personal del Vaticano, llevaran a cabo actuaciones de tipo meramente «interno», buscando la «justicia de Dios» (arzobispo dixit). Parece que las actuaciones no fueron suficientes ni para el propio papa, pero aunque el arzobispo hubiera impuesto los mayores castigos «internos» a los presuntos abusadores, en absoluto era eso lo esencial. Es más, parece claro que esa intervención de personal de la Iglesia propiciada por el papa ha servido, desgraciadamente, para poner en alerta a los presuntos pederastas y darles mucho tiempo para la eventual ocultación o destrucción de pruebas (esos ordenadores desaparecidos…). Con razón el juez ha pedido al arzobispado de Granada que no intervenga mientras se procede con las diligencias. De modo que la intervención del papa en este asunto, al perjudicar gravemente la acción judicial, considero que ha sido, como mínimo, negligente.


Dado que la actuación de la Iglesia en este caso y en tantos otros se mueve entre esa negligencia y el encubrimiento, yo pediría a quienes se estén planteando realizar nuevas denuncias por abusos clericales ¡que no se les ocurra hacerlo ante la Iglesia! Es más, sería prudente que no dieran noticia de sus intenciones a sacerdotes, obispos… o al papa. Además, por supuesto me uno a la petición de Granada Laica de que todas las víctimas de abusos, o, en su caso, sus padres, allegados o testigos, denuncien ante la justicia (la verdadera) con todas las pruebas que puedan reunir. Que dejen de lado posibles sentimientos de vergüenza, culpa o miedo; no son precisamente ellos quienes deben sentirse avergonzados, culpables o temerosos. También han de desechar la idea de que no va a servir para nada, pues, aun cuan- do a veces una sola denuncia no llegue a ser efectiva, tal vez la suma de varias, de diversos testimonios y pruebas, sí lo sea. A cambio del esfuerzo, acaso se consiga que se haga justicia sobre al menos algunos de los presumiblemente abundantes abusadores «en ejercicio» (se sospecha que hay muchísimos más casos de los que asoman), impidiendo que continúen con sus agresiones. Pero también merece la pena actuar contra quienes, por las razones que sea, parecen haber abandonado sus repugnantes prácticas (y tal vez tengan el perdón cristiano). Esta justicia retroactiva contribuiría, además, al efecto disuasorio sobre los pederastas y sus encubridores.



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  Sotanas sospechosas | EL LIBREPENSADOR

  Sotanas sospechosas | EL LIBREPENSADOR

Sotanas sospechosas

Se expurga actualmente en España un caso de abusos sexuales a menores cometidos por sacerdotes en una parroquia de Granada. No es el primer caso ni será el último de los que se incuban bajo las sotanas de la Iglesia Católica en este país y en otros rincones del mundo.

No obstante, lo sucedido en Granada es representativo de un mal que, a pesar de conocerse su existencia, apenas es denunciado para que intervenga la justicia ordinaria, aunque, cosa extraordinaria, es el primero en que interviene la máxima autoridad eclesiástica, el Papa de Roma, para instar personalmente a desvelar y denunciar los hechos, obligando incluso a la diócesis granadina adoptar medidas disciplinarias que no acababa de infringir a los curas pederastas.El sexo mataY es que los abusos en la Iglesia Católica forman parte de una leyenda ampliamente extendida allí donde arraiga una confesión que exige el celibato a sus ministros sin que jamás, salvo escándalo mayúsculo, haya intentado siquiera atajar el problema con la contundencia y sin el encubrimiento con que deberían afrontarse no sólo la violación de sus propias normas morales (pecados), sino también las legales, con la comisión de delitos de índole penal. No deja de sorprender que, como en toda leyenda, algo de verdad acompañe a unos hechos que se transforman en relatos ampliamente difundidos entre la colectividad. Y el de los abusos sexuales en la Iglesia Católica es un mal que persigue a esta religión desde antiguo, carcomiendo sus entrañas sin que, hasta hoy, se haya combatido con la severidad y el rigor que ha demostrado el actual papa Francisco.

Porque no es hasta este último escándalo, y gracias a la intervención directa del Papa, cuando la diócesis granadina se ve obligada a apartar a unos sacerdotes que actuaban para cometer sus agresiones sexuales como si fuesen una secta. Se trataba de un clan formado por 10 sacerdotes y dos seglares que, amparándose en la autoridad que ejercían sobre los menores, cometían sus vejaciones sexuales en inmuebles parroquiales, casas y locales repartidos en Granada y su área metropolitana. Sólo cuando los medios de comunicación dieron a conocer la gravedad de lo acaecido bajo las sotanas de esos sacerdotes granadinos, tras la denuncia de una víctima al Sumo Pontífice, es cuando el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, conocedor de lo que sucedía en su diócesis, toma medidas disciplinarias y entona un tardío "mea culpa", postrándose en el suelo de la Catedral para pedir perdón por los "daños" causados a los niños.

No se apartaba el arzobispo granadino de la actitud tradicional de la Iglesia católica en relación a los abusos sexuales en su seno. Intenta tapar con un manto de silencio lo que se cuece bajo las sotanas de algunos miembros religiosos que están en contacto frecuente con niños y adolescentes. Sigue la costumbre que procura encubrir estos casos, considerando enfermos a los pederastas antes que delincuentes, para evitar las denuncias civiles e impedir unas críticas que no dudan en confundir con campañas de "ataques para que no se hable de Dios", como aseguró el cardenal Cañizares al referirse a esta problemática hace unos años.

Por tanto, ni la respuesta de la jerarquía eclesiástica ni la actitud del arzobispo de Granada ocultan que los abusos sexuales a menores no son un hecho esporádico en la Iglesia católica española. Ya, en los años 50, se produjo en nuestro país el caso de pederastia en la Iglesia católica más grave a nivel mundial, al descubrirse que en uno de los seminarios de los Legionarios de Cristo, el de Ontaneda (Cantabria), sometían a los alumnos a todo tipo de vejaciones por parte de un grupo de sacerdotes liderado por el mexicano Marcial Maciel, fundador de la Orden y el mayor crápula conocido en ámbitos eclesiásticos hasta la fecha.No se trata, pues, de un problema pequeño ni infrecuente. Según un estudio antiguo de la Universidad de Salamanca, realizado en 1994 por el catedrático de Psicología de la Sexualidad, Félix López, alrededor de un 10 por ciento de los varones menores que sufrieron abusos sexuales fueron agredidos por un sacerdote católico. Y un trabajo posterior del conocido escritor Pepe Rodríguez va aun más lejos: sus estadísticas reflejan que un 7 por ciento de los sacerdotes en activo comete esta clase de delitos contra menores.

La mayor parte de tales afrentas no llega a conocerse porque las víctimas no se atreven a denunciar. Son chavales que se acercan a la vida parroquial, como monaguillos o estudiantes de colegios católicos y seminarios, que tras la agresión se sienten culpables y guardan silencio, atemorizados, sometidos y traumatizados ante la "autoridad moral" de los agresores. Una "autoridad" que llega a considerarlos incitadores en vez de víctimas, como hizo el obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, cuando afirmó en 2008 que "hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo (con los abusos)".

Lo grave de toda esta problemática no es que algunos miembros de la Iglesia caigan en la tentación y se dediquen a delinquir amparados en la impunidad que las sotanas les proporciona, sino que la estructura religiosa, como organización jerárquica, practique el silencio y mantenga el encubrimiento clerical sobre unos crímenes execrables cometidos contra menores vulnerables, indefensos e inocentes, a los que causan imborrables daños físicos y psíquicos.

Una actitud que fue promovida por las máximas autoridades eclesiásticas cuando exhortaban a todos los obispos -antes de que la presión de las críticas obligara cambiar de estrategia- de "prohibir que los casos de abusos contra menores fueran denunciados a la policía, pues estaban sujetos a secreto pontificio y no debían ser denunciados a las fuerzas públicas hasta que las investigaciones internas fueran completadas". Tal era la consigna remitida por carta "urbi et orbe" por Benedicto XVI cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, antes de ser elegido Papa.

Este silencio cómplice de la jerarquía eclesiástica, en los casos de abusos sexuales a menores cometidos por el clero, contrasta con la "obsesión" sexual que manifiesta en otras ocasiones. Precisamente fue la diócesis del arzobispo de Granada la que publicó el libro "Cásate y sé sumisa" que levantó una gran controversia por las ideas machistas que contenía. Monseñor Francisco Javier Martínez comparó, en 2009, el aborto con un "genocidio silencioso" y fue beligerante contra las políticas del Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero relativas al matrimonio homosexual y la Ley Orgánica de Educación (LOE). Su laxitud con los pederastas de su diócesis no es comparable al celo que mostró al acosar moralmente a un sacerdote exarchivero de la Catedral, que lo denunció y lo convirtió en el primer prelado español en ser juzgado por los tribunales ordinarios, aunque acabó absuelto tras recurrir la sentencia que lo condenaba.

Existen una mentalidad, una actitud y un comportamiento institucional detrás de estos escándalos que los convierten en intolerables e incompatibles con los fines y la moral que dice perseguir la Iglesia católica. También por ello sorprende la decidida reacción del Papa Francisco de cortar de raíz un problema tan endémico que ha llevado a obispos de Irlanda, Alemania, Estados Unidos y Holanda pedir perdón y prometer mano dura o tolerancia cero.

Pero mientras ello no sea la norma y no una excepción, las sotanas de los sacerdotes continuarán siendo prendas sospechosas de la inmoralidad y la maldad más perversas, la que se disfraza de amor al prójimo para abusar de inocentes menores.



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El colectivo Iglesia sin Abusos considera a Ratzinger "máximo responsable" del encubrimiento de los casos de abuso sexual en España

El colectivo Iglesia sin Abusos considera a Ratzinger "máximo responsable" del encubrimiento de los casos de abuso sexual en España

El colectivo Iglesia sin Abusos considera a Ratzinger "máximo responsable" del encubrimiento de los casos de abuso sexual en España

El responsable del colectivo Iglesia sin Abusos, Carlos Sánchez Matto, en una imagen de archivo.DANI POZO

Las víctimas del clero piden un gesto al Papa

En apenas cuatro días dará comienzo en Santiago de Compostela la segunda visita a España del Papa Benedicto XVI, que concluirá el domingo en Barcelona. A diferencia de lo ocurrido en recientes viajes a otros países, en este no está previsto que Joseph Ratzinger se reúna con víctimas de abusos sexuales del clero. Esto se debe, según explican extraoficialmente fuentes eclesiales, a que en España "prácticamente no ha habido casos, apenas una docena". La realidad, sin embargo, resulta totalmente diferente, según los datos que maneja la asociación Iglesia sin Abusos, que da voz a las víctimas de abusos españolas que, "por miedo, dolor o cualquier otra razón" siguen esperando antes de denunciar el horror padecido.

Así, alrededor de un centenar de víctimas españolas "espera un gesto" antes de "tirar de la manta", como sucedió en Irlanda, Bélgica, Estados Unidos o Alemania, según indicó ayer a este diario Carlos Sánchez Matto, responsable de esta entidad. "Es preciso que los máximos dirigentes en una organización que ellos mismos describen como claramente piramidal asuman de forma clara sus responsabilidades y dejen el paso a otras personas cuyo pasado no esté contaminado con estas actuaciones", constata por otro lado esta asociación en un comunicado, en el que reclama medidas más radicales en el interior de la propia Iglesia. Entre ellas figura la dimisión del propio Benedicto XVI, a quien hacen "máximo responsable, aunque no único", de la política de silencio y encubrimiento que ha llevado a la institución a su mayor crisis desde la Ilustración. Y es que, en opinión de Iglesia sin Abusos, Ratzinger que desempeñó el cargo de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe entre 1981 y 2005, y por cuyas manos pasaron todas las denuncias de abusos "tomó parte activa en la política de la Santa Sede de la que ahora nadie parece ser responsable".

Un centenar de afectados se está planteando "tirar de la manta"

Una respuesta insuficiente

Las víctimas de abusos reconocen, no obstante, que "Benedicto XVI se ha caracterizado en los últimos meses por sus reiteradas peticiones de perdón a las víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes de la Iglesia Católica". Pero agregan que se trata de una reacción que, en cualquier caso, "es claramente insuficiente para resolver la grave crisis de confianza en la que la Iglesia está sumida".

Esta crisis viene motivada por los horrores cometidos por algunos de sus miembros, pero también, y especialmente, por "la actuación generalizada de silencio, ocultación y encubrimiento en los casos de abusos sexuales ocurridos". Una estrategia a cuya cabeza estaban apostillan Juan Pablo II y su mano derecha, el hoy Papa Benedicto XVI.

El colectivo reclama una "depuración" de la cúpula eclesiástica

Tras los escándalos registrados en todo el mundo se han endurecido las normas y Ratzinger ha pedido perdón, comprometiéndose a que no volverán a suceder hechos similares. Sin embargo, para Iglesia sin Abusos, dichas medidas "son adecuadas pero insuficientes" sin que haya habido una asunción de responsabilidades al máximo nivel y una depuración en la cúpula eclesiástica, de la que el Papa es cabeza visible.

Para el responsable de Iglesia sin Abusos, Sánchez Matto, en España todavía resta, de un lado, que las víctimas "rompan el muro de silencio y se atrevan a denunciar de manera pública y masiva", y del otro, que la institución "que está viciada en su estructura, sea capaz de hacer una renovación en profundidad y con convicción, no obligada por las circunstancias". Sánchez Matto sabe de lo que habla. En 2002 denunció el caso de un sacerdote de Madrid que abusaba de menores, sin que la diócesis dirigida por el cardenal Rouco Varela hiciera nada por evitarlo. El Supremo condenó entonces al sacerdote a dos años de cárcel y al Arzobispado de Madrid a pagar 30.000 euros como responsable civil subsidiario. En este sentido, contrasta la actitud pasiva de Rouco con las actuaciones de los carmelitas de Castellón o del arzobispo de Valencia, Carlos Osoro.

Iglesia sin Abusos no participó en la manifestación que el pasado domingo reunió a un centenar de víctimas de todo el mundo frente al Vaticano, que exigió a la Santa Sede la asunción plena de responsabilidades. Uno de los momentos más tensos sucedió cuando el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, quiso manifestar su "solidaridad" con las víctimas, siendo rechazado. Lombardi aclaró después que pidió a través de una carta no oficial a las víctimas que vean a la Iglesia como una "posible aliada" en su combate. En la misiva, afirmó que "la plaga de los abusos sexuales" es "uno de los grandes males del mundo actual", y que concierne a la Iglesia católica.

Cuando el Papa sí habló con las víctimas

1. Reino Unido

Benedicto XVI tuvo un encuentro de algo más de media hora de duración con cinco víctimas de abusos durante su visita a Londres, el pasado septiembre. Estas personas, aunque británicas, sufrieron abusos por parte de curas malteses durante su infancia.

2. Malta

En su visita a Malta en abril, el Papa mantuvo un encuentro de 20 minutos con ocho víctimas de abusos sexuales, con los que rezó y lloró según contó el Vaticano.

3. EEUU

La visita de Ratzinger a Estados Unidos (en abril de 2008) estuvo marcada por la polémica de los abusos a menores por curas católicos. Allí se encontró por sorpresa con cinco de los afectados.

La pederastia eclesial en España: siete condenados y tres en prisión

A lo largo de 2010, la Iglesia española ha conocido al menos tres casos de abusos sexuales. Uno, el del clérigo de San Viator José Ángel Arregui, condenado en Chile por abusos, pero cuyas víctimas podrían estar repartidas por toda España. El segundo, el de un religioso carmelita cuyos hermanos denunciaron a la Guardia Civil después de conocer los presuntos abusos el caso está siendo juzgado en estos momentos a un monaguillo en Burriana (Castellón). El último, cuando el arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, puso en la calle a un párroco levantino tras conocer las acusaciones de graves casos de abusos sexuales.

La tónica general parece haber cambiado y, cada vez más, las instituciones eclesiásticas asumen la necesidad de la transparencia y la actuación frente a los abusos a menores. No obstante, en España sólo ha habido hasta el momento siete condenas a sacerdotes por pedofilia, y apenas una docena de denuncias.

¿Convicción u obligación?

Hasta el pasado abril, cuando el cardenal Antonio María Rouco Varela después de que el Papa lo hiciera reconoció el "pecado y el delito" de los abusos a menores, la política de la Conferencia Episcopal Española en relación a estos casos era bien distinta.

De hecho, hasta la fecha, sólo tres sacerdotes españoles han cumplido, o cumplen, condena por abusos sexuales. El más conocido de todos ellos es José Domingo Rey Godoy, ex párroco de Peñarroya (Córdoba), que en 2004 fue condenado a 11 años por abusos sexuales a seis niñas. En este caso, el sacerdote tuvo el apoyo incondicional de su obispo, que le mantuvo en su cargo hasta el día que ingresó en prisión.

Otro caso es el de Edelmiro Rial, de la diócesis de Tui-Vigo, quien fue condenado a 15 años por abusar de seis menores, que eran alumnos suyos y además hacían la función de monaguillos en su parroquia. Recurrida la sentencia, el Tribunal Supremo la elevó a 21 años. El último es el de Luis José Beltrán Calvo, ex párroco de Alcalá La Real (Jaén), condenado a ocho años de cárcel por abusos a un monaguillo.

Una visita con una audiencia potencial de 150 millones

Un total de 3.250 periodistas se han acreditado para cubrir el viaje de Benedicto XVI a España, que con una duración prevista de apenas 32 horas contará con una audiencia televisiva de unos 150 millones de telespectadores, según los cálculos de la Conferencia Episcopal Española. Su jefe de prensa, Isidro Catela, detalló ayer que la visita girará en torno a tres ejes programáticos: las peregrinaciones como clave de la construcción europea, la familia y "la dignidad de toda la vida y de la vida de todos" frente a "las legislaciones que contemplan el aborto como un derecho".

Aunque el viaje será "eminentemente pastoral", incluirá dos encuentros netamente políticos del Papa con Mariano Rajoy (en Compostela) y con José Luis Rodríguez Zapatero (en el aeropuerto de Barcelona).

También contará con la presencia de los Reyes y los Príncipes de Asturias, así como con un despliegue de seguridad y sanitario sin parangón en la reciente historia de Compostela y Barcelona.

La visita que en un principio no contó con el aval de la Conferencia Episcopal, pues fue gestionada directamente por los arzobispos de Santiago y Barcelona ha sido posible "gracias al empeño personal del Santo Padre", según confirmó Catela, que indicó que la organización espera que más de 300.000 personas se den cita el sábado en Santiago y otro medio millón en la Ciudad Condal.

Más allá de las cifras, lo cierto es que este viaje, junto al que ya realizara en 2006 a Valencia y el que le llevará a Madrid en agosto de 2011 para la Jornada Mundial de la Juventud, convertirá a España en el país más visitado por Benedicto XVI.

Foto. El responsable del colectivo Iglesia sin Abusos, Carlos Sánchez Matto, en una imagen de archivo. Dani Pozo

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Los tres sacerdotes y el profesor de religión llevaban un mes preparando su defensa

Los tres sacerdotes y el profesor de religión llevaban un mes preparando su defensa

Los tres sacerdotes y el profesor de religión llevaban un mes preparando su defensa

Los cuatro imputados en el caso 'Romanones', tres sacerdotes y un profesor de religión, declararon el martes en sede policial tras ser arrestados 24 horas antes y el miércoles lo hicieron en el Juzgado de Instrucción número 4 de Granada, un mes después de estar preparando su defensa con su abogado particular Javier Muriel, perteneciente a un despacho marbellí que también defendió a personas imputadas en el caso Malaya.

No solo prepararon su defensa a fondo con suficiente antelación, sino que el pasado lunes por la mañana, cuando fueron arrestados en el chalé de PinosGenil, utilizado como residencia esporádica y como centro de actividades del grupo bautizado en el seno de la Iglesia granadina como el clan de los 'Romanones', daba la impresión de que estaban esperando a la Policía Nacional para ser detenidos. Los cuatro estaban juntos y desde días atrás se hizo 'vox populi' la inminente detención de los ahora imputados. En aquel momento, había otras cuatro personas en esta casa de la urbanización Los Pinillos.

El miércoles salieron en libertad con cargos, uno de ellos tras eludir la prisión al abonar una fianza de 10.000 euros. Tienen una orden de alejamiento de las presuntas víctimas durante seis meses.

La preparación de la defensa del caso comenzó el 29 de octubre, un día después de que sufrieran un robo en esta casa de PinosGenil. De allí se llevaron un ordenador, una tablet y una bolsa con monedas. Los ladrones forzaron la puerta de la vivienda, que en ese momento se encontraba vacía.

El director general de la PolicíaNacional,IgnacioCosidó, dijo ayer que será la autoridad judicial la que determine si hay más detenciones o no en el caso de los supuestos abusos sexuales en Granada, cuya investigación «está judicializada». «Por el momento no tenemos más novedades y no le puedo decir si se esperan más detenciones porque dependerá de la autoridad judicial», dijo en declaraciones efectuadas a Europa Press en la localidad malagueña de Estepona.

El abogado de los cuatro imputados, Javier Muriel, mantuvo ayer la «inocencia» de sus clientes. «No les cabe en la cabeza. Para ellos todo esto es mentira, no hay capacidad ninguna de interpretación», incidió ayer el letrado, quien ha señalado que a partir de ahora empezarán a presentar las pruebas de descargo que obran en su poder como defensa en esta causa, sobre la que continúa decretado el secreto de sumario. Por su lado, el abogado del primer denunciante, Jorge Aguilera, volvió a reincidir en que su cliente mantiene su confianza intacta en la justicia y espera el levantamiento del secreto de sumario para personarse en la causa como acusación particular, algo que aún no ha podido hacer. La asociación Prodeni –Pro Derechos del Niño– también ha manifestado su intención de personarse como acusación popular.

Por último, señalar que además de los tres sacerdotes, el profesor de religión ha sido apartado de sus funciones docentes.



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El Papa expulsa del sacerdocio a un cura argentino condenado por pedofilia – Educación religiosa – Noticias, última hora, vídeos y fotos de Educación religiosa en lainformacion.com

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El Papa expulsa del sacerdocio a un cura argentino condenado por pedofilia

El Sínodo de la familia mostró divisiones, pero también pasos adelante

El Papa Francisco ha expulsado del sacerdocio al argentino José Mercau, después de que fuera condenado a 14 años de prisión por abusos sexuales cometidos cuando era párroco en un templo de la diócesis de San Isidro.

Así lo ha puesto de manifiesto el Obispado de San Isidro a través de un comunicado de prensa firmado por el portavoz, máximo Jurcinovic.

"El Obispado de San Isidro comunica que el Santo Padre ha decretado la dimisión de José Mercau del estado clerical. Por este decreto ha perdido automáticamente los derechos propios del estado clerical, quedando privado de todo el ejercicio del Ministerio Sacerdotal", señala la institución.

Comunicado de expulsión del estado clerical

Reconoció su culpa

En 2011 Mercau fue condenado a 14 años de prisión por cuatro casos de corrupción reiterada de menores de edad y abusos sexuales agravados, tras haber admitido su responsabilidad y haber sido denunciado por varias de sus víctimas que en 2005 tenían entre 11 y 14 años.

En diciembre el obispo de San Isidro, monseñor Óscar Ojea pidió públicamente perdón a los jóvenes que habían sufrido los abusos y decidió reparar económicamente a las víctimas.

Mercau trabajó en un hogar para chicos pobres ubicado en Tigre

El obispo y el clero de la diócesis de San Isidro ratificaron en esa ocasión su "decisión de ayudar, desde nuestras posibilidades, a estos jóvenes a sanar heridas y construir un porvenir", y manifestaron su deseo de que este gesto "signifique también una renovación en toda la comunidad del compromiso por promover una cultura del cuidado de los niños y adolescentes".



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