Juan 1, 29-34

Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel".
Y Juan dio este testimonio: "He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: 'Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo'. Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios".

COMENTARIO

por Mons. Rafael Escudero López-Brea
obispo prelado de Moyobamba

El evangelio de este domingo nos muestra los distintos testimonios de San Juan Bautista acerca de Jesús.

"En aquel tiempo, Juan vio a Jesús que se acercaba a él y exclamó: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo".

Juan, estremecido ante la presencia del Salvador del mundo, él que ya en el vientre de su madre había saltado de gozo, levanta su dedo sin vacilaciones y presenta ahora a Jesús como "el Cordero de Dios", listo para el sacrificio; que es llevado al matadero, como dice el profeta Isaías; este cordero es Cristo crucificado durante la fiesta de Pascua cuando se sacrificaba el cordero pascual, que con su expiación borra los pecados del mundo;  cordero en el que se cumple lo que había significado la salida del pueblo de Israel de Egipto: liberación. Jesús es "el Cordero que quita el pecado del mundo" cargándolo sobre sí, en su Corazón.

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