EVANGELIO DEL DÍA

sábado, 22 de marzo de 2014

Lectio Divina: Lucas 15,1-3.11-32 | EL SITIO WEB OFICIAL DE LOS CARMELITAS

Lectio Divina: Lucas 15,1-3.11-32 | EL SITIO WEB OFICIAL DE LOS CARMELITAS

LECTIO DIVINA: LUCAS 15,1-3.11-32

Lectio: 

Sábado, 22 Marzo, 2014  

Tiempo de Cuaresma

1) Oración inicial

Señor, Dios nuestro, que, por medio de los sacramentos, nos permites participar de los bienes de tu reino ya en nuestra vida mortal; dirígenos tú mismo en el camino de la vida, para que lleguemos a alcanzar la luz en la que habitas con tus santos. Por nuestro Señor.

2) Lectura

Del santo Evangelio según Lucas 15,1-3.11-32

Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos.» Entonces les dijo esta parábola:

Dijo: «Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo al padre: 'Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.' Y él les repartió la hacienda. Pocos días después, el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano, donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino.

«Cuando se lo había gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país y comenzó a pasar necesidad. Entonces fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pues nadie le daba nada. Y entrando en sí mismo, dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.' Y, levantándose, partió hacia su padre.

«Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: 'Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.' Pero el padre dijo a sus siervos: 'Daos prisa; traed el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en la mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado.' Y comenzaron la fiesta.

«Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y, llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: 'Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano.' Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre y le rogaba. Pero él replicó a su padre: 'Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!'«Pero él le dijo: 'Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido hallado.'»

3) Reflexión

• El capítulo 15 del evangelio de Lucas está lleno de la siguiente información: "Todos los publicanos y pecadores se acercaban para oírle a Jesús. Los fariseos y los escribas, sin embargo, murmuraban. Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos" (Lc 15,1-3). E inmediatamente Lucas presenta tres parábolas entrelazadas entre sí por el mismo tema: la oveja perdida (Lc 15,4-7), la dracma perdida (Lc 15,8-10), el hijo perdido (Lc 15,11-32). Esta última parábola es el tema del evangelio de hoy.

• Lucas 15,11-13: La decisión del hijo menor. Un hombre tenía dos hijos. El menor pide la parte de la heredad que le toca. El padre divide todo entre los dos. Tanto el mayor como el menor, reciben su parte. Recibir la herencia no es un mérito. Es un don gratuito. La herencia de los dones de Dios está distribuida entre todos los seres humanos, tanto judíos como paganos, tanto cristianos como no cristianos. Todos reciben algo de la herencia del Padre. Pero no todos la cuidan de la misma manera. Así, el hijo menor se va lejos y gasta su herencia en una vida disipada, huyendo de su Padre. En tiempo de Lucas, el mayor representaba a las comunidades venida del judaísmo, y el menor a las comunidades venidas del paganismo. Y hoy, ¿quién es el mayor y quién el menor?

• Lucas 15,14-19: La decepción y la voluntad de volver a casa del Padre. La necesidad de tener que comer hace que el menor perciba su libertad y se vuelva esclavo para cuidar de los puercos. Recibe el tratamiento peor que los puercos. Esta era la condición de vida de millones de esclavos en el imperio romano en tiempo de Lucas. La situación en la que se encuentra hace que el hijo menor recuerde la casa del Padre. Hace una revisión de vida y decide volver a casa. Hasta prepara las palabras que va a decir al Padre: "Ya no merezco ser llamado hijo tuyo. ¡Trátame como a uno de tus jornaleros!" Jornalero, ejecuta órdenes, cumple con la ley de la servidumbre. El hijo menor quiere ser cumplidor de la ley, como lo querían los fariseos y los publicanos en el tiempo de Jesús (Lc 15,1). Era esto lo que los misioneros de los fariseos imputaban a los paganos que se convertían al Dios de Abrahán (Mt 23,15). En el tiempo de Lucas, cristianos venidos del judaísmo consiguieron que algunos cristianos, convertidos del paganismo, se sometieran al yugo de la ley (Gál 1,6-10).

• Lucas 15,20-24: La alegría del Padre al reencontrar al hijo menor. La parábola dice que el hijo menor estaba todavía lejos de casa cuando el Padre ya lo vio, corrió a su encuentro y lo llenó de besos. La impresión que Jesús nos da es que el Padre se había quedado largo tiempo a la ventana mirando hacia la carretera para ver si el hijo despuntaría a lo lejos. Conforme con nuestra forma humana de pensar y de sentir, la alegría del Padre parece exagerada. Ni siquiera deja que el hijo termine las palabras que había preparado. ¡No escucha! El Padre no quiere que el hijo sea su esclavo. Quiere que sea su hijo. Esta es la gran Buena Nueva que Jesús nos trae. Túnica nueva, sandalias nuevas, anillo al dedo, churrasco, ¡fiesta! En esta alegría inmensa del reencuentro, Jesús deja trasparentar la gran tristeza del Padre por la pérdida del hijo. Dios estaba muy triste, y la gente se da cuenta ahora, viendo el tamaño de la alegría del Padre cuando vuelve a encontrar al hijo. ¡Es una alegría compartida con todo el mundo en la fiesta que pide preparar!

• Lucas 15,25-28b: La reacción del hijo mayor. El hijo mayor volvía de su trabajo en el campo y se encuentra con la casa en fiesta. No entra. Quiere saber qué pasa. Cuando se entera de la razón de la fiesta, se llena de rabia y no quiere entrar. Cerrado en sí mismo, piensa tener su derecho. No le gusta la fiesta y no entiende la alegría del Padre. Señal de que no tenía mucha intimidad con el Padre, a pesar de vivir en la misma casa. Pues, si hubiera tenido intimidad con él, hubiera notado la inmensa tristeza del Padre por la pérdida del hijo menor y hubiera entendido su alegría por la vuelta del hijo. Quien vive muy preocupado en observar la ley de Dios, corre el peligro de alejarse de Dios. El hijo menor, a pesar de estar lejos de casa, parecía conocer al Padre mejor que el hijo mayor, que moraba con él en la misma casa. Pues el menor tuvo el valor de volver a la casa del Padre, mientras que el mayor no quiere entrar en la casa del Padre. No se da cuenta de que el Padre, sin él, perderá la alegría. Pues él también, el mayor, es hijo lo mismo que el menor.

• Lucas 15,28a-30: La actitud del Padre y la respuesta del hijo mayor. El padre sale de casa y suplica al hijo mayor para que entre. Pero éste contesta:"Padre, hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!" El mayor también quiere la fiesta y la alegría, pero sólo con los amigos. No con el hermano, ni siquiera con el padre. Ni siquiera llama al hermano menor con el nombre de hermano, ya que dice "ese hijo tuyo" como si no fuera su hermano. Y es él, el mayor, quien habla de prostitutas. ¡Es su malicia la que interpreta la vida del hermano menor! Cuántas veces nosotros los católicos interpretamos mal la vida y la religión de los demás. La actitud del Padre es otra. El acoge el hijo menor, pero también no quiere perder el hijo mayor. Los dos forman parte de la familia. El uno no puede excluir al otro.

• Lucas 15,31-32: La respuesta final del Padre. Así como el Padre no presta atención a los argumentos del hijo menor, así también no presta atención a los argumentos del hijo mayor y dice: " Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ¡ha sido hallado!" ¿Será que el mayor tenía realmente conciencia de estar siempre con el Padre y de encontrar en esta presencia la causa de su alegría? La expresión del Padre "¡Todo lo mío es tuyo!" incluye también al hijo menor que volvió. El mayor no tiene derecho a hacer distinción. Si él quiere ser hijo del Padre, tendrá que aceptarlo así como a él le gustaría que el Padre es. La parábola no dice cuál fue la respuesta final del hermano mayor. Esto le toca al hermano mayor, que somos todos nosotros.

• Aquel que experimenta la gratuita y sorprendente entrada del amor de Dios en su vida se alegra y quiere comunicar esta alegría a los demás. La acción salvadora de Dios es fuente de alegría: "¡Alégrense conmigo!" (Lc 15,6.9) Y de esta experiencia de la gratuidad de Dios nace el sentido de la fiesta y de la alegría (Lc 15,32). Al final de la parábola, el Padre manda alegrarse y hacer fiesta. La alegría queda amenazada a causa del hijo mayor que no quiere entrar. El piensa que tiene derecho a una alegría sólo con sus amigos y no quiere la alegría con todos los miembros de la misma familia humana. El representa a los que se consideran justos y observantes y piensan que no precisan conversión.

4) Para la reflexión personal

• ¿Cuál es la imagen de Dios que está en mí desde mi infancia? ¿Ha cambiado a lo largo de los años? Si ha cambiado, ¿por qué ha cambiado?

• ¿Me identifico con cuáles de los dos hijos: con el menor o con el mayor? ¿Por que?

5) Oración final

Bendice, alma mía, a Yahvé,
el fondo de mi ser, a su santo nombre.
Bendice, alma mía, a Yahvé,
nunca olvides sus beneficios. (Sal 103,1-2)



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Lectio Divina: Domingo 3º de Cuaresma (A) | EL SITIO WEB OFICIAL DE LOS CARMELITAS

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LECTIO DIVINA: DOMINGO 3º DE CUARESMA (A)

Lectio: 

Domingo, 23 Marzo, 2014  

El encuentro de Jesús con la Samaritana
Un diálogo que genera vida nueva
Juan 4,5-42

1. Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2. Lectura

a) Una clave de lectura:

El texto describe el diálogo entre Jesús y la Samaritana. Diálogo muy humano, que demuestra cómo Jesús se relacionaba con las personas y cómo Él mismo aprendía y se enriquecía hablando con otros. Durante la lectura, intenta prestar atención a lo que más te sorprende en la conducta tanto de Jesús como de la Samaritana.

b) Una división del texto para ayudar a la lectura:

Jn 4,5-6: Crea el escenario donde se entabla el diálogo

Jn 4,7-26: Describe el diálogo entre Jesús y la Samaritana

 7-15: Sobre el agua y la sed

 16-18: Sobre el marido y la familia

 19-25: Sobre la religión y el lugar de la adoración

Jn 4,27-30: Describe el resultado del diálogo en la persona de la Samaritana

Jn 4,31-38: Describe el resultado del diálogo en la persona de Jesús

Jn 4,39-42: Describe el resultado de la misión de Jesús en la Samaría

c) El texto:

5-6: En aquel tiempo: Jesús llegó a un pueblo de Samaría llamado Sicar, cerca de la tierra que Jacob dio a su hijo José. Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, cansado por la caminata, se sentó al borde del pozo. Era cerca del mediodía.

7-15: Fue entonces cuando una mujer samaritana llegó para sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber.» Los discípulos se habían ido al pueblo para comprar algo de comer. La samaritana le dijo: «¿Cómo tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Se sabe que los judíos no tratan con los samaritanos). Jesús le dijo: «Si conocieras el don de Dios, si supieras quién es el que te pide de beber, tú misma le pedirías agua viva y él te la daría.» Ella le dijo: «Señor, no tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo. ¿Dónde vas a conseguir esa agua viva? Nuestro antepasado Jacob nos dio este pozo, del cual bebió él, sus hijos y sus animales; ¿eres acaso más grande que él?» Jesús le dijo: «El que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré nunca volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en un chorro que salta hasta la vida eterna.» La mujer le dijo: «Señor, dame de esa agua, y así ya no sufriré la sed ni tendré que volver aquí a sacar agua.»

16-18: Jesús le dijo: «Vete, llama a tu marido y vuelve acá.» La mujer contestó: «No tengo marido.» Jesús le dijo: «Has dicho bien que no tienes marido, pues has tenido cinco maridos, y el que tienes ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.»

19-26: La mujer contestó: «Señor, veo que eres profeta. Nuestros padres siempre vinieron a este cerro para adorar a Dios y ustedes, los judíos, ¿no dicen que Jerusalén es el lugar en que se debe adorar a Dios?» Jesús le dijo: «Créeme, mujer: llega la hora en que ustedes adorarán al Padre, pero ya no será "en este cerro" o "en Jerusalén". Ustedes, los samaritanos, adoran lo que no conocen, mientras que nosotros, los judíos, adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora, y ya estamos en ella, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Entonces serán verdaderos adoradores del Padre, tal como él mismo los quiere. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad.» La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías, (que es el Cristo), está por venir; cuando venga, nos enseñará todo.» Jesús le dijo: «Ese soy yo, el que habla contigo.»

27-30: En aquel momento llegaron los discípulos y se admiraron al verlo hablar con una mujer. Pero ninguno le preguntó qué quería ni de qué hablaba con ella. La mujer dejó allí el cántaro y corrió al pueblo a decir a la gente: «Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Cristo?» Salieron, pues, del pueblo y fueron a verlo.

31-38: Mientras tanto los discípulos le insistían: «Maestro, come.» Pero él les contestó: «El alimento que debo comer, ustedes no lo conocen.» Y se preguntaban si alguien le habría traído de comer. Jesús les dijo: «Mi alimento es hacer la voluntad de aquel que me ha enviado y llevar a cabo su obra. Ustedes han dicho: "Dentro de cuatro meses será tiempo de cosechar". ¿No es verdad? Pues bien, yo les digo: Levanten la vista y miren los campos: ya están amarillentos para la siega. El segador ya recibe su paga y junta el grano para la vida eterna, y con esto el sembrador también participa en la alegría del segador. Aquí vale el dicho: Uno es el que siembra y otro el que cosecha. Yo los he enviado a ustedes a cosechar donde otros han trabajado y sufrido. Otros se han fatigado y ustedes han retomado de su trabajo.»

39-42: Muchos samaritanos de aquel pueblo creyeron en él por las palabras de la mujer, que declaraba: «El me ha dicho todo lo que he hecho.» Cuando llegaron los samaritanos donde él, le pidieron que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron al oír su palabra, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú has contado. Nosotros mismos lo hemos escuchado y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo.»

3. Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

4. Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

a) ¿Qué nos ha llamado más la atención en la conducta tenida por Jesús durante el diálogo con la Samaritana? ¿Qué pedagogía ha usado para ayudar a la Samaritana a percibir una dimensión más profunda de la vida?

b) ¿Qué nos llama más la atención en la conducta de la Samaritana durante el diálogo con Jesús? ¿Qué influencia ha tenido ella en Jesús?

c) En el Antiguo Testamento ¿dónde está asociada el agua al don de la vida y al don del Espíritu Santo?

d) ¿En qué puntos la conducta de Jesús, me interroga, interpela, provoca o critica?

e) La Samaritana ha llevado el tema de la conversación hacia la religión. Si tú pudieras hablar con Jesús y hablar con Él, ¿qué temas quisieras tratar con Él? ¿Por qué?

f) ¿Será verdad que adoro a Dios en espíritu y verdad o me apoyo y oriento más sobre ritos y prescripciones?

5. Una clave de lectura

para aquellos que quieran profundizar más en el tema.

a) El simbolismo del agua:

* Jesús usa la palabra agua, en dos sentidos: en sentido material, normal del agua que quita la sed y en sentido simbólico del agua como fuente de vida y don del Espíritu. Verdaderamente Jesús usa un lenguaje que las personas entienden y que, al mismo tiempo, despierta en ellos la voluntad de profundizar y de descubrir un sentido más profundo de la vida.

* El uso simbólico del agua tiene su raíz en la tradición del Antiguo Testamento, donde es frecuente la mística del agua como símbolo de la acción del Espíritu de Dios en las personas. Jeremías, por ejemplo, opone el agua viva del manantial al agua de la cisterna (Jr 2,13). Cisterna cuanto más agua sacas, menos agua habrás. Manantial, cuanto más agua sacas, más agua tendrás. Otros textos del Antiguo Testamento: Is 12,3; 49,10; 55,1; Ez 47,1-3, etc. Jesús conoce las tradiciones de su pueblo y sobre ellas se apoya en la conversación con la Samaritana. Sugiriendo el sentido simbólico del agua, evoca en ella (y en los lectores y lectoras) todo un conjunto de episodios y frases del Antiguo Testamento.

b) El diálogo entre Jesús y la Samaritana:

* Jesús encuentra a la Samaritana cerca del pozo, lugar tradicional para los encuentros y las conversaciones (Gén 24,10-27; 29,1-14). Él parte de la necesidad muy concreta de su propia sed y obra de modo que la mujer se sienta necesaria y servidora. Jesús se hace el necesitado de ella. Por la pregunta, hace de modo que la Samaritana pueda descubrir que Él depende de ella para resolver el problema de su sed. Jesús despierta en ella el gusto de ayudar y servir.

* El diálogo de Jesús y la Samaritana tiene dos niveles.

(i) El nivel superficial, en el sentido material del agua que quita la sed a las personas y del sentido normal de marido como padre de familia. A este nivel, la conversación es tensa y difícil y no tiene continuidad. Quien tiene ventaja es la Samaritana. Al principio, Jesús ha intentado un encuentro con ella a través de la puerta del trabajo cotidiano (sacar agua), pero no lo ha logrado. Después, ha intentado la puerta de la familia (llamar al marido), y tampoco ha tenido resultado. Finalmente, la Samaritana ha tomado el tema de la religión (lugar de la adoración). Jesús ha logrado entrar por la puerta que ella ha abierto.

(ii) El nivel profundo, en el sentido simbólico del agua como imagen de la vida nueva traída por Jesús y del marido como símbolo de la unión de Dios con su pueblo. A este nivel, la conversación tiene una continuidad perfecta. Después de haber revelado que Él mismo, Jesús, ofrece el agua de la nueva vida, dice: "Ve, llama a tu marido y luego regresa acá". En el pasado, los samaritanos tuvieron cinco maridos, ídolos, ligados a cinco pueblos que fueron llevados a aquel lugar por el rey de Asiria (2Re 17,30-31). El sexto marido, el que tenía ahora, no era el verdadero: "¡el que tienes ahora no es tu marido!" (Jn 4,18). No realizaba el deseo más profundo del pueblo: la unión con Dios, como marido que se une a su esposa (Is 62,5; 54,5). El verdadero marido, el séptimo, es Jesús, como fue prometido por Oseas: "Y te haré mi esposa para siempre; y te desposaré conmigo en justicia, en juicio, en piedad y misericordia. Y te haré mi esposa fiel, y ¡reconocerás que soy el Señor!" (Os 2,21-22). Jesús es el esposo que llega (Mc 2,19) para llevar la vida nueva a la mujer que lo ha buscado toda la vida y, hasta ahora, no lo había encontrado. Si el pueblo acepta a Jesús como "esposo", tendrá acceso a Dios en cualquier parte que esté, tanto en espíritu como en verdad (vv.23-24).

* Jesús declaró su sed a la Samaritana, pero no tomó el agua. Señal de que su sed era simbólica y tenía relación con su misión, la sed de realizar la voluntad del Padre (Jn 4,34). Esta sed está todavía presente en Él, y lo estará por toda la vida, hasta la muerte. Dice Él en la hora de la muerte: "Tengo sed" (Jn 19,28). Declara que tiene sed por última vez y así puede decir: "¡Todo se ha cumplido!" Después inclinando la cabeza entregó el espíritu (Jn 19,30). Realizó su misión.

c) El relieve de la mujer en el Evangelio de Juan:

* En el Evangelio de Juan, las mujeres se destacan en siete momentos, decisivos para la divulgación del Evangelio. A ellas se le atribuyen funciones y misiones, algunas de las cuáles, en los otros evangelios, son atribuidas a las hombres.

En las Bodas de Caná, la Madre de Jesús reconoce los límites del Antiguo Testamento y reafirma la grande ley del Evangelio: "¡Haced todo lo que Él os diga!" (Jn 2,1-11). La Samaritana es la primera persona que recibe de Jesús el más grande secreto, a saber, que Él es el Mesías: "Soy yo, que hablo contigo!" (Jn 4,26). Y se convierte en la evangelizadora de la Samaria (Jn 4,28-30, 39-42). La mujer, llamada la adúltera, a la hora de ser perdonada por Jesús, se convierte en juez de la sociedad patriarcal (o del poder masculino) que la quería condenar (Jn 8,1-11). En los otros evangelios es Pedro el que hace la profesión de fe en Jesús (Mt 16,16; Mc 8,29; Lc 9,20). En el evangelio de Juan, quien hace la profesión de fe es Marta, hermana de María y Lázaro (Jn 11,27). María, hermana de Marta, unge los pies de Jesús para el día de su sepultura (Jn 12,7). En aquel tiempo, quien moría en la cruz, no tenía sepultura, ni podía ser embalsamado. Por esto, María anticipó la unción del cuerpo de Cristo. Esto significa que ella aceptaba a Jesús como el Mesías-Siervo que debería morir en la cruz. Pedro no aceptaba a Jesús como Mesías-Siervo (Jn 13,8) y trató de disuadirlo (Mt 16,22). Así, María se presenta como modelo para los otros discípulos. A los pies de la Cruz: "¡Mujer, he ahí a tu hijo!". "¡He ahí a tu Madre!" (Jn 19,25-27). Nace la Iglesia de los pies de la cruz. María es el modelo de la comunidad cristiana. La Magdalena debe anunciar la Buena Nueva a los hermanos (Jn 20,11-18). Ella recibe una orden sin la cuál todas las otras órdenes dadas a los apóstoles no hubieran tenido fuerza ni valor.

* La Madre de Jesús aparece dos veces en el evangelio de Juan: al principio, en las bodas de Caná (Jn 2,1-5) y al final, a los pies de la Cruz (Jn 19, 25-27). En los dos casos ella representa al Antiguo Testamento que espera la llegada del Nuevo y, en los dos casos, contribuye a fin de que el Nuevo pueda llegar. María es el anillo de unión entre lo que era antes y lo que debería venir después. En Caná, es ella, la Madre de Jesús, símbolo del Antiguo Testamento, la que percibe los límites del Antiguo y da los pasos para que el Nuevo pueda llegar. En la hora de la muerte es la Madre de Jesús, la que acoge al "Discípulo Amado". Aquí, el Discípulo Amado es la nueva Comunidad que ha crecido en torno a Jesús. Es el hijo que ha nacido del Antiguo Testamento. A petición de Jesús, el hijo, el Nuevo Testamento, acoge la Madre, el Antiguo Testamento, en su casa. Los dos deben caminar juntos. Porque el Nuevo no se puede entender sin el Antiguo. Sería un edificio sin fundamento. Y el Antiguo sin el Nuevo sería incompleto. Sería un árbol sin frutos.

6. Salmo 19 (18)

Dios dialoga con nosotros por medio de la Naturaleza y de la Biblia

Los cielos cuentan la gloria del Señor,
proclama el firmamento la obra de sus manos.
Un día al siguiente le pasa el mensaje
y una noche a la otra se lo hace saber.

No hay discursos ni palabras
ni voces que se escuchen,
mas por todo el orbe se capta su ritmo,
y el mensaje llega hasta el fin del mundo.

Al sol le fijó una tienda en lontananza,
de allí sale muy alegre,
como un esposo que deja su alcoba,
como atleta, a correr su carrera.
Sale de un extremo de los cielos
y en su vuelta, que alcanza al otro extremo,
no hay nada que se escape a su calor.

La ley del Señor es perfecta, es remedio para el alma,
toda declaración del Señor es cierta y da al sencillo la sabiduría.
Las ordenanzas del Señor son rectas y para el corazón son alegría.
Los mandamientos del Señor son claros y son luz para los ojos.

El temor del Señor es un diamante, que dura para siempre;
los juicios del Señor son verdad, y todos por igual se verifican.
Son más preciosos que el oro, valen más que montones de oro fino;
más que la miel es su dulzura, más que las gotas del panal.

También son luz para tu siervo,
guardarlos es para mí una riqueza.
Pero, ¿quién repara en sus deslices?
Límpiame de los que se me escapan.
Guarda a tu siervo también de la soberbia,
que nunca me domine.
Así seré perfecto
y limpio de pecados graves.

¡Ojalá te gusten las palabras de mi boca,
esta meditación a solas ante ti,
oh Señor, mi Roca y Redentor!

7. Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén



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El Evangelio del Día

EVANGELIO DEL DIA

"¿Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna." Jn 6, 68


sábado 22 Marzo 2014

Sábado de la segunda semana de Cuaresma


Santo(s) del día : Santa Catalina de Génova

Ver el comentario abajo, o clic en el título
San Román el Melódico : "Rápido, traed el traje más bello para vestirlo"

Evangelio según San Lucas 15,1-3.11b-32.

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.
Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos".
Jesús les dijo entonces esta parábola:
"Un hombre tenía dos hijos.
El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes.
Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.
Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones.
Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos.
El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!
Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti;
ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'.
Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'.
Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.
Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos,
porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza.
Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso.
El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'.
El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara,
pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos.
¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'.
Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.
Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".



Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Román el Melódico (?-c. 560), compositor de himnos
Himno 55; SC 283

"Rápido, traed el traje más bello para vestirlo"

Numerosos son los que, por la penitencia, merecieron el amor que tienes por el hombre. Hiciste justos al publicano que suplicaba y a la pecadora que lloraba (Lc 18,14; 7,50), porque, por designio preestablecido, concedes el perdón. Con estos conviérteme también a mí, ya que eres rico en misericordia, tú que quieres que todos los hombres se salven.
Mi alma se manchó revistiéndose con la túnica de mis faltas (Gn 3,21). Pero tú, recuérdame que fluyan de mis ojos fuentes, con el fin de que la purifique por la contrición. Revísteme con un vestido resplandeciente, digno de tu boda (Mt 22,12), tú que quieres que todos los hombres se salven…

Ten compasión de mis gritos como lo hiciste con el hijo pródigo, Padre celeste, porque yo también me echo a tus pies, y grito como gritó él: "¡Padre, pequé!" No me rechaces, mi Salvador, yo tu hijo indigno, sino haz que tus ángeles se regocijan también por mí, Dios de bondad que quieres que todos los hombres se salven.
Porque me hiciste hijo tuyo y heredero tuyo por la gracia (Rm 8,17). ¡Pero yo, por haberte ofendido, me hice prisionero, esclavo vendido al pecado, y desgraciado! Ten lástima de tu imagen (Gn 1,26) y sácala del exilio, Salvador, tú que quieres que todos los hombres se salven…

Ahora es el tiempo de arrepentirse… La palabra de Pablo me empuja a perseverar en la oración (Cuello 4,2) y a esperarte. Con confianza pues, yo te ruego, porque conozco bien tu misericordia, sé que vienes a mi enseguida, cuando pido auxilio. Si tardas, es para darme el salario de la perseverancia, tú quien quieres que todos los hombres se salven.
Concédeme poder celebrarte siempre y corresponderte llevando una vida pura. Dígnate hacer que mis actos estén de acuerdo con mis palabras, Todopoderoso, para que te cante… con una oración pura, solo a ti Cristo, que quieres que todos los hombres se salven.







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