EVANGELIO DEL DÍA

domingo, 12 de julio de 2015

«El que es llamado por Dios no se pavonea ni busca aplausos», dice el Papa a sacerdotes y religiosos - ReL

«El que es llamado por Dios no se pavonea ni busca aplausos», dice el Papa a sacerdotes y religiosos - ReL

«El que es llamado por Dios no se pavonea ni busca aplausos», dice el Papa a sacerdotes y religiosos

El Papa Francisco presidió el rezo de las vísperas, la oración que reza la Iglesia al caer la tarde, y pronunció una breve homilía en la que afirmó que la persona que es llamada por Dios no hace alarde, no se cree de estar en una "categoría superior", ni debe buscar el aplauso.

En la homilía que pronunció esta tarde en la catedral de Asunción ante obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas y religiosos, el Santo Padre recordó que el Señor "no hizo alarde de su categoría" y por ello, del mismo modo, "el llamado por Dios no se pavonea, no anda tras reconocimientos ni aplausos pasatistas, no siente que subió de categoría ni trata a los demás como si estuviera en un peldaño más alto".

La perfección se halla en sufrir y obedecer

Todo consagrado, explicó el Papa, "se configura con Aquel que en su vida terrena, 'entre ruegos y súplicas, con poderoso clamor y lágrimas' alcanzó la perfección cuando aprendió, sufriendo, qué significaba obedecer; y eso también es parte del llamado".

El Santo Padre también se refirió a la importancia de la oración y afirmó que con ella "cada uno de nosotros... queremos ir pareciéndonos más a Jesús". La oración, continuó, "hace emerger aquello que vamos viviendo o deberíamos vivir en la vida cotidiana, al menos la oración que no quiere ser alienante o solo preciosista": 
"La oración nos da impulso para poner en acción o revisarnos en aquello que rezábamos en los salmos: somos nosotros las manos de Dios que alzan de la basura al pobre y somos nosotros los que trabajamos para que la tristeza de la esterilidad se convierta en campo fértil".

El Papa Francisco resaltó luego que "nosotros que cantamos que 'vale mucho a los ojos del Señor la vida de los fieles', somos los que luchamos, peleamos, defendemos la valía de toda vida humana, desde la concepción hasta que los años son muchos y las fuerzas pocas".

Dios nos rehace cada vez que rezamos
La oración, afirmó el Pontífice, "es reflejo del amor que sentimos por Dios, por los otros, por el mundo creado; el mandamiento del amor es la mejor configuración con Jesús del discípulo misionero".

Para concluir, el Santo Padre recordó que "el campanario de esta Catedral fue rehecho varias veces; el sonido de las campanas antecede y acompaña en muchas oportunidades nuestra oración litúrgica: hechos de nuevo por Dios cada vez que rezamos, firmes como un campanario, gozosos de repicar las maravillas de Dios, compartamos el Magnificat y lo dejemos al Señor hacer, que Él haga, a través de nuestra vida consagrada, grandes cosas en el Paraguay".

Texto íntegro de la meditación del Papa
El Papa Francisco presidió el rezo de las vísperas, la oración que reza la Iglesia al caer la tarde, y pronunció una breve homilía. A continuación el texto completo de su meditación:

Qué lindo es rezar todos juntos las vísperas. ¿Cómo no soñar con una Iglesia que refleje y repita la armonía de las voces y del canto en la vida cotidiana? Y lo hacemos en esta Catedral, que tantas veces ha tenido que comenzar de nuevo; esta catedral es signo de la Iglesia y de cada uno de nosotros: a veces las tempestades de afuera y de adentro nos obligan a tirar lo construido y empezar de nuevo, pero siempre con la esperanza puesta en Dios; y si miramos este edificio, sin duda no los ha defraudado a los paraguayos. Porque Dios nunca defrauda Y por eso le alabamos agradecidos.

La oración litúrgica, su estructura y modo pausado, quiere expresar a la Iglesia toda, esposa de Cristo, que intenta configurarse con su Señor. Cada uno de nosotros en nuestra oración queremos ir pareciéndonos más a Jesús.

La oración hace emerger aquello que vamos viviendo o deberíamos vivir en la vida cotidiana, al menos la oración que no quiere ser alienante o solo preciosista. La oración nos da impulso para poner en acción o revisarnos en aquello que rezábamos en los salmos: somos nosotros las manos del Dios «que alza de la basura al pobre» (Sal 112,7) y somos nosotros los que trabajamos para que la tristeza de la esterilidad se convierta en campo fértil.

Nosotros que cantamos que «vale mucho a los ojos del Señor la vida de los fieles», somos los que luchamos, peleamos, defendemos la valía de toda vida humana, desde la concepción hasta que los años son muchos y las fuerzas pocas.

La oración es reflejo del amor que sentimos por Dios, por los otros, por el mundo creado; el mandamiento del amor es la mejor configuración con Jesús del discípulo misionero.

Estar apegados a Jesús da profundidad a la vocación cristiana, que interesada en el «hacer» de Jesús –que es mucho más que actividades– busca asemejarse a Él en todo lo realizado. La belleza de la comunidad eclesial nace de la adhesión de cada uno de sus miembros a la persona de Jesús, formando un «conjunto vocacional» en la riqueza de la diversidad armónica.

Las antífonas de los cánticos evangélicos de este fin de semana nos recuerdan el envío de Jesús a los doce. Siempre es bueno crecer en esa conciencia de trabajo apostólico en comunión. Es hermoso verlos colaborando pastoralmente, siempre desde la naturaleza y función eclesial de cada una de las vocaciones y carismas.

Quiero exhortarlos a todos ustedes, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y seminaristas a comprometerse en esta colaboración eclesial, especialmente en torno a los planes de pastoral de las diócesis y la misión continental, cooperando con toda su disponibilidad al bien común.

Si la división entre nosotros provoca esterilidad (cf. Evangelii gaudium 98-101), no cabe duda de que de la comunión y la armonía nacen la fecundidad, porque son profundamente consonantes con el Espíritu Santo.

Todos tenemos limitaciones. Ninguno puede reproducir en su totalidad a Jesucristo, y si bien cada vocación se configura principalmente con algunos rasgos de la vida y la obra de Jesús, hay algunos comunes e irrenunciables. Recién hemos alabado al Señor porque «no hizo alarde de su categoría de Dios» (Flp 2,6) y esa es una característica de toda vocación cristiana: no hizo alarde de su categoría. El llamado por Dios no se pavonea, no anda tras reconocimientos ni aplausos pasatistas, no siente que subió de categoría ni trata a los demás como si estuviera en un peldaño más alto.

La supremacía de Cristo es claramente descrita en la liturgia de la Carta a los Hebreos; nosotros acabamos de leer casi el final de esa carta: «Hacernos perfectos como el gran pastor de las ovejas» (Hb 13,20), y esto supone asumir que todo consagrado se configura con Aquel que en su vida terrena, «entre ruegos y súplicas, con poderoso clamor y lágrimas» alcanzó la perfección cuando aprendió, sufriendo, qué significaba obedecer; y eso también es parte del llamado.

Terminemos de rezar nuestras vísperas; el campanario de esta Catedral fue rehecho varias veces; el sonido de las campanas antecede y acompaña en muchas oportunidades nuestra oración litúrgica: hechos de nuevo por Dios cada vez que rezamos, firmes como un campanario, gozosos de repicar las maravillas de Dios, compartamos el Magnificat y lo dejemos al Señor hacer, que Él haga, a través de nuestra vida consagrada, grandes cosas en el Paraguay.



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lunes, 6 de julio de 2015

5 consejos prácticos para dominar las preocupaciones que nos atenazan... y una oración - ReL

5 consejos prácticos para dominar las preocupaciones que nos atenazan... y una oración - ReL

5 consejos prácticos para dominar las preocupaciones que nos atenazan... y una oración

Si nuestra preocupación es por algo presente, es útil el analizar cuidadosamente el problema, luego buscar lo que se puede hacer para solucionarlo, y finalmente decidirse por alguno de los medios que aparecen.
 
2.- No hacer grande lo pequeño. No agitarse por naderías. Válgase de aquel dicho popular: "Más se perdió en el diluvio"
 
3.- Alegrarnos de lo que tenemos y no prestar atención fija en lo que no tenemos y que quizá ni falta nos hace. Muchas de nuestras exigencias no nos hacen felices, solo crean servidumbres y preocupaciones.
 
4.- No hagamos caso de críticas, calumnias o burlas. Hagamos el bien y dejemos que critiquen. Es frecuentemente que se critique a personas que valen y precisamente porque algo se están destacando. También a Cristo lo criticaron y aun lo traiciono un amigo. Que las críticas nos ayuden a perfeccionarnos.
 
5.- El encomendarse a Dios y confiar en su poder y en su amor a nosotros, disipa muchas preocupaciones. La oración confiada es de lo mejores medio para tranquilizar en los problemas y para resolverlos mejor. Cristo sufría en el huerto de los olivos y le dio fortaleza.
 
Te invitamos a que en tus momentos de preocupación te dirijas a Dios orando con el salmo 33:
 
"Bendeciré en todo tiempo a Dios,
sin cesar en mi boca su alabanza;
Ensalzad conmigo a Dios,
exaltemos juntos su nombre.
Consulté a Dios y me respondió:
me libró de todos mis temores.
Si grita el pobre, Dios lo escucha,
y lo salva de todas sus angustias.
El ángel de Dios pone su tienda
en torno a sus adeptos y los libra.
Gustad y ved lo bueno que es Dios ,
dichoso el hombre que se acoge a él.
Respetad a Dios, santos suyos,
que a quienes le temen nada les falta.
Los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan a Dios de ningún bien carecen.
Huye del mal y obra el bien,
busca la paz y anda tras ella.
Los ojos de Dios sobre los justos,
sus oídos escuchan sus gritos.
Cuando gritan, Dios los oye
y los libra de sus angustias;
Dios está cerca de los desanimados,
él salva a los espíritus hundidos.
Muchas son las desgracias del justo,
pero de todas le libra Dios".
(Salmo 33)".

Artículo del obispo Rogelio Sánchez, entresacado de su libro: "Reelaciones humanas".


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